en la frontera

La importancia de la ética

La Ética, es bien sabido, se apoya en la distinción entre lo que se puede hacer y lo que se debe hacer, porque es un principio básico, no todo lo posible es ético, no todo lo que se puede hacer, se debe hacer. Más bien se debe hacer todo aquello que, en el ámbito de la rectoría y dirección de los asuntos públicos, implique respeto, protección y promoción de los derechos de la persona, todo lo que traiga consigo el fortalecimiento de los valores democráticos, todo lo que suponga, en una palabra, seguir correctamente los dictados del servicio objetivo al interés general.

Con variantes, el panorama ético actual, como es lógico, tiene su explicación en la evolución de las distintas aproximaciones a la Ética, que, con el paso del tiempo, se han ido produciendo. De todos modos, hoy no parece haber otro principio incontestable que el de no “imponer la propia moral a nadie”. Pues bien, en el proceloso mundo de la Ética actual tenemos el kantismo y sus derivados, el pragmatismo, el consecuencialismo, el emotivismo, la moral de situación, el hedonismo positivista, el proporcionalismo…

En este marco han surgido estudios y análisis científicos sobre la Ética Pública. ¿Por qué? Porque se percibe su necesidad y porque los ciudadanos exigen cada vez servicios de responsabilidad pública de mayor calidad, que sean más universales y asequibles. Asimismo, los ciudadanos esperan un trato más adecuado de los servicios públicos en el que brille con luz propia la vocación de servicio que debe ser señal indeleble del funcionamiento y actividad de todos los servicios y, sobre todo, de las personas que en ellos laboran.

En el interés actual por la Ética hay razones circunstanciales, como pueden los escándalos que nos sirve con mayor o menor intensidad y frecuencia la prensa diaria en todo el mundo. Hay razones políticas en este interés desusado, porque la Ética se ha convertido en un valor de primer orden, o cuando menos -hay que admitirlo nos guste o no- como un cierto valor para el mercadeo político. Además, hay también situaciones de desconcierto ante las nuevas posibilidades que ofrece la técnica, que exigen una respuesta clarificadora.

Pues bien, se puede decir, sobre todo en un momento de la historia de la humanidad en el que la crisis ética es de colosales proporciones, que hoy seguimos como Diógenes, linterna en mano, buscando cómo proteger y defender mejor la dignidad del ser humanos, de todos los seres humanos sin discriminaciones. El camino, sin embargo, sabemos hacia donde debe apuntar. El problema es que actuar con rectitud y coherencia ética no es fácil y elambiente general no ayuda.

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