Gran periodista, tiene mi edad (nació en 1947). Vive ahora en España, porque sufrió persecución de los chavistas y su periódico, mediante tretas judiciales, fue expropiado por el presunto narco y político chavista Diosdado Cabello. Conocí a Miguel Henrique Otero en su despacho de El Nacional, del que era director, presidente y editor. Fui a verlo con un empresario amigo, a quien se le había ofrecido adquirir un importante paquete de acciones del periódico. De esto hace ya muchos años. Finalmente la cosa no cuadró, pero ese día quedamos los tres a almorzar en el Urrutia, un restaurante de Sabana Grande donde se gestaban importantes negocios y se reunía la elite empresarial de Venezuela. Miguel Henrique Otero es un periodista de raza y un valiente, que sólo abandonó su país cuando el chavismo le puso la cruz encima y lo condenó. Si se queda en Venezuela lo hubieran hecho desaparecer. Hijo del escritor venezolano Otero Silva, Miguel Henrique estudió economía en Inglaterra y se graduó en sociología por La Sorbona, pero creo haber leído que también estudió matemáticas, con éxito. Lo que le ocurrió a El Nacional es lo que suele suceder en las dictaduras con los periódicos críticos. Venezuela tuvo, en democracia, dos grandes diarios, El Nacional y El Universal. En El Universal fue redactor-jefe nuestro José Antonio Rial, Medalla de Oro de Canarias, autor de La prisión de Fyffes, que acaba de ser reeditado al cuidado de Juan-Manuel García Ramos. Hablamos mucho con Rial Juan-Manuel y yo en la Quinta Ítaca del escritor, en un barrio de clase media alta de Caracas. Recientemente, Miguel Henrique Otero ha dicho una gran verdad: “Venezuela es un país apagado para la información independiente”. Ojalá que un día lo volvamos a ver al frente de El Nacional, donde yo me leía hasta las crónicas de Abelardo Reidi.