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¿Neandertales en África?

El continente africano es la cuna de la Humanidad y la mayor parte de la población mundial actual tiene genes neandertales
¿Neandertales en África?

Por Francisco García-Talavera | África, nuestro vecino continente, ha sido considerado siempre como la cuna de la Humanidad. Allí, hace unos 6-7 millones de años, vivió el Sahelanthropus tchadensis, el que por ahora se supone primer eslabón de nuestra ascendencia filogenética. En ese tiempo S. tchadensis, tras una serie de mutaciones, se separa definitivamente del chimpancé (Pan troglodytes), el pariente más cercano a nosotros -los humanos- entre los grandes simios.

La evolución de los homíninos continuó hacia el bipedismo (caminar erguido) y la hominización, dando origen -entre otros eslabones del proceso- al pequeño Australopithecus afarensis (conocido coloquialmente como Lucy), que vivió hace algo más de 3 millones de años en la sabana de lo que es hoy el desierto de Hadar (Etiopía). Parece ser, por las características del esqueleto, que estos homíninos ya habían abandonado la vida arborícola y daban sus primeros pasos.

Y fue hace unos 2.3 millones de años cuando vivieron los primeros representantes del género Homo (que en latín significa “hombre”), también en el África oriental. Louis Leakey y sus colegas anunciaban, en 1964, su importante descubrimiento en Olduvai Gorge (Tanzania). Junto a los restos fósiles se habían encontrado las primeras herramientas de piedra, toscamente elaboradas, pero con evidentes signos de intencionalidad.

En base a todos esos hallazgos, y no sin discusiones por parte de los especialistas, se les adjudicó a estos homínidos la denominación de Homo habilis por su capacidad para fabricar tales herramientas con sus manos. Este significativo paso les permitió a los primeros humanos un importante cambio de dieta, más rica en carne, pues se les supone cierta habilidad para capturar pequeños animales.

Transcurridos miles de años, llegamos al que considero el momento clave de la evolución humana: la aparición en el escenario africano -hace unos 2 millones de años- del Homo erectus (conocido inicialmente como ergaster), el que, en mi opinión, iba a iniciar “la rama” del árbol filogenético de la que desciende toda la humanidad actual.

El Homo erectus ya posee las características anatómicas propias del hombre moderno, excepto el cráneo (con una capacidad entre 850 y 1.100 cc.), y llega a alcanzar la estatura de 1.80 m. A él se le atribuye una industria lítica algo más elaborada, los célebres hachas bifaces, que extendió por los tres continentes en los que habitó. Hasta ese momento todos los anteriores homíninos vivieron y evolucionaron solamente en el continente africano, pero es esta especie la que inicia el primer “Out of África”, expandiéndose hacia Eurasia en ambas direcciones. A lo largo de muchos miles de años parte de esa población se fue adentrando en el inmenso continente asiático hasta llegar a todos sus confines. Otra parte lo hizo en sentido contrario, hacia el occidente europeo, mientras que el resto permanecía evolucionando en su continente originario.

HALLAZGOS RECIENTES

Todo esto lo conocemos gracias a los sorprendentes hallazgos de las últimas décadas, como es el caso del llamado Homo georgicus, cuyos restos (cráneos y artefactos líticos) fueron descubiertos (2001) en Dmanisi, República de Georgia, y se dataron entre 1.8 y 1.6 millones de años. Este descubrimiento creó una gran controversia y se le consideró como una especie intermedia entre H. habilis y H. erectus, relacionada también con el H. ergaster africano, pero muchos autores, ente los que me encuentro, creemos que se trata de una única especie: el Homo erectus. Y en oriente tenemos el ejemplo del hombre de Java, descubierto por Eugene Dubois a finales del siglo XIX en la citada isla de Indonesia, al que le asignó el nombre de Pithecanthropus erectus, que más tarde se reclasificaría como Homo erectus, y al que le sucedieron otros hallazgos más en diferentes localidades del sureste asiático.

A través de este relato podemos observar que es la especie erectus la que se va imponiendo en el siempre resbaladizo campo de la taxonomía (clasificación de las especies), dificultad que se incrementa aún más si cabe, cuando se trata de la evolución humana. Ya tenemos al Homo erectus poblando y evolucionando en África y Eurasia. Veamos entonces qué sucedió con la población de esta especie que no emigró y permaneció en el continente africano.

En este momento cabe recordar que en un tiempo dilatado de cientos de miles de años, sobre la superficie terrestre han ocurrido fenómenos geológicos y climatológicos (violentas erupciones volcánicas, glaciaciones, extinción de especies…) que han sido los responsables de las grandes migraciones humanas en busca de hábitats más apropiados.

Un nuevo paso evolutivo dio origen en África al Homo heidelbergensis, nombrado así porque fue en la localidad alemana de Heidelberg donde aparecieron sus primeros restos (1904), pero por los avatares de la taxonomía, como ya hemos comentado, ahora se ha visto que su origen tuvo lugar en África, por su más que probable descendencia de los erectus/ergaster africanos. La evolución sigue su camino y hace que estos homínidos se parezcan cada vez más en sus características físicas y cognitivas a nosotros: el Homo sapiens.

Este proceso evolutivo ocurría tanto en África como en Europa, y estamos hablando de un lapso de tiempo entre hace 750.000 y 350.000 años. Los H. heidelbergensis son los portadores de una industria lítica más elaborada (los conocidos bifaces Acheulenses). También se ha constatado que ya utilizaba armas de madera para cazar grandes mamíferos, como lo demuestran las lanzas aparecidas en un yacimiento de Alemania, de hace unos 400.000 años.

Pasó el tiempo, y tras otros muchos miles de años de evolución, llegamos al último estadío de nuestra filogenia: aparece en Europa el hombre de Neanderthal, se supone que hace más de 200.000 años, aunque sus restos encontrados son mucho más recientes. ¿Y en África qué sucedía mientras tanto? Pues se nos presenta un dilema: Ya que tras la reciente revisión llevada a cabo por los profesores J.J. Hublin y A. Ben Ncer del importante yacimiento de Jebel Irhoud (norte de Marruecos) y posteriores dataciones por el método OSL, ha “envejecido” 100.000 años, resultando finalmente con más de 300.000 años de antigüedad. Inicialmente en esta localidad, durante la explotación de una mina de barita (sulfato de Bario) -que dicho sea de paso, destruyó una buena parte del yacimiento, que era una gran cueva de habitación- se encontró casualmente un cráneo humano, casi completo, que fue estudiado por E. Ennouchi (1960) y al que le asignó características neanderthaloides, y una antigüedad (C14) superior a 40.000 años.

INVESTIGACIONES

Posteriores investigaciones encabezadas por J.J. Hublin determinaron que se trataba de una forma arcaica del Homo sapiens, del que ya se habían encontrado restos fósiles en varias localidades de África oriental y en Sudáfrica, y cuyas dataciones (entre 100.000 y 200.000 años) coincidían, grosso modo, con las de esas otras localidades africanas.

Hasta aquí todo bien, pero la cosa se complica si tenemos en cuenta el descubrimiento en Israel (años 30-70 del siglo pasado) de una serie de yacimientos (Skhul, Tabun, Qafzeh, Kebara y Amud), datados inicialmente (por el ADNmt de unos huesos animales encontrados junto a los restos humanos) entre 100.000 y 120.000 años. La sorpresa surgió al observar los especialistas, en algunos de esos yacimientos, una alternancia habitacional (la mayoría son cuevas) –durante miles de años- entre neandertales y sapiens arcaicos, aunque no se han encontrado muestras de hibridación entre ambos. Este hecho conmocionó a la comunidad científica, pues hasta ese momento se pensaba que la presencia del hombre de Neanderthal estaba restringida a Europa. O sea, no cabía duda de que los neandertales estuvieron ahí, a las puertas de África, y muy posiblemente convivieron durante milenios con los sapiens.

Llegados a este punto tratamos de darle una interpretación coherente e imaginativa al asunto: si por un lado los primeros neandertales aparecieron en Europa presumiblemente hace unos 230.000 años y desaparecieron hace unos 30.000, y si se extendieron hacia el este hasta Uzbekistán, y más al sur hasta la región del actual Israel -donde vivieron durante miles de años- cabe preguntarse: ¿cómo es que no fueron capaces de cruzar el Sinaí cuando se les presentaron momentos climáticos más propicios? ¿Tampoco lo hicieron por Gibraltar cuando el nivel del mar estaba más bajo durante las épocas glaciares, como sí lo hicieron los aborígenes australianos hace más de 60.000 años, al cruzar un brazo de mar muy superior?

La respuesta, en mi opinión apoyada en el conocimiento y el sentido común, es que sí, los neandertales llegaron (tal vez por distintas rutas y en diferentes momentos) y vivieron en el norte de África, aunque hasta el momento no se hayan documentado sus restos. Y convivieron, y se cruzaron con el Homo sapiens arcaico, como se deduce de los datos de Jebel Irhoud. Siguiendo con este razonamiento, me atrevo a plantear el hecho de que podría tratarse de dos subespecies de una misma especie: Homo sapiens neanderthalensis y Homo sapiens sapiens, como lo plantean también otros investigadores. Lo decimos apoyándonos también en que, por definición, dos especies distintas no pueden ser fértiles entre sí, y en la actualidad, tras la secuenciación del genoma neanderthal, se ha constatado que la mayor parte de la población mundial actual tiene un porcentaje entre el 2-4 % de genes neandertales. Según las leyes de la genética esto es incuestionable, como incuestionable es el hecho de que África sea la cuna de la Humanidad.

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