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Un preso pide al juez tener un vis a vis con su perro

El individuo, que cumple una pena de 10 años por intentar asesinar a su exnovia, alega que el animal "necesita verle" porque él es "su figura paterna"
Un preso pide al juez tener un vis a vis con su perro

Un interno del centro penitenciario de Zaragoza-Zuera ha solicitado un vis a vis con su perro, Viny. La dirección de la cárcel ha denegado la petición, por lo que el preso ha presentado un recurso al Juzgado de Vigilancia Penitenciaria número 1 de Aragón.

F. C. cumple desde hace tres años una pena de diez años de prisión por intentar asesinar con un cúter a su exnovia. Si bien la Fiscalía y el abogado de la víctima solicitaban entre 14 y 19 años de cárcel, el juez consideró los atenuantes de consumo de drogas y reparación del daño, que justificaron una pena menor.

La sentencia, emitida por la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Zaragoza en julio de 2021, fue confirmada por el Tribunal Superior de Justicia de Aragón, así como por la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo en una resolución del pasado 22 de junio. 

Ahora, el recluso ha solicitado al centro penitenciario la visita de su mascota, un perro pastor de gran tamaño. A través de un escrito, F. C. asegura que “quiere muchísimo a su perro” y que están “muy unidos“, por lo que solicita permiso para que entre en la prisión como una visita más. 

Tras la negativa del centro, será la Justicia la que tenga la última palabra. En su escrito, el interno alude a la Declaración Universal de los Derechos del Animal de Naciones Unidas y recoge argumentos de las asociaciones animalistas.

Según fuentes consultadas en el centro, el preso asegura que su perro “necesita verle”, ya que él es su “figura paterna“.

En mayo de 2019, ante el deseo de su exnovia de no continuar la relación, F. C. la amenazó con un cúter de 15 centímetros, poniéndoselo en el cuello y en la barriga. Ante los intentos de escapar de la mujer y sus gritos de auxilio, el procesado le atestó varias puñaladas, en el cuello, la espalda, la mano y la parte posterior del cráneo. Los ataques fueron acompañados por frases como “me ha jodido la vida” y “ojalá se muera de una jodida vez”. 

La solicitud del preso ha causado asombro entre los trabajadores de prisiones, ya que no se conoce un precedente similar en las cárceles españolas. De hecho, al preguntar este periódico por el caso a un funcionario, confesó “haber visto la solicitud” del interno pero que hasta ahora pensaba que era falsa, “un fake“.

Problema de seguridad

El Juzgado de Vigilancia Penitenciaria número 1 de Aragón ha atendido la petición del preso y ya ha remitido un escrito al centro en el que le solicita que “expida y remita informe” del caso y “toda la documentación que conste en el expediente incluyendo motivos de la denegación”. 

Si bien actualmente se desconocen los motivos que han llevado a la dirección del centro a denegar la solicitud, sindicatos de prisiones consideran que la entrada del perro en prisión comporta riesgos en la seguridad y de salubridad, e interferiría en su trabajo.

En el caso de la mascota de un recluso, habría que inspeccionarlo del mismo modo que al resto de visitantes, pero los funcionarios se preguntan: “¿A qué control vas a someter a un animal?”.

Según los trabajadores, el centro no cuenta con la infraestructura necesaria para que el perro pueda estar en las salas de comunicaciones. Es más, uno de los retos que actualmente afronta Instituciones Penitenciarias es la incorporación de perros para la detección de drogas en las visitas, una vieja aspiración de los funcionarios que la Secretaría General finalmente va a poner en marcha. 

Según fuentes penitenciarias, “tener esos perros ya es un problema y plantea muchas dudas” en relación con la infraestructura y la organización del personal. De hecho, ya se han convocado comisiones de servicios de guías caninos.

Los funcionarios también temen el posible efecto llamada, que podría generalizar la solicitud de entrada de animales en las cárceles.

Según fuentes consultadas por EL ESPAÑOL, el preso F. C. presenta un comportamiento “correcto” y muestra “ganas de trabajar”. Hasta hace un mes y medio trabajaba como repartidor de comida en la enfermería. En la pared de su celda, el recluso exponía fotos de Viny.

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