Con grado superior en música -especializado en contrabajo- y posgraduado en la Royal Academy de Londres, sería exagerado e injusto tachar a Juan Márquez de indocumentado; no encaja en ese perfil, no es el caso. Al viceconsejero autonómico de Cultura y Patrimonio Cultural difícilmente se le puede meter en el saco de quienes, ostentando responsabilidades públicas, vuelan por encima de sus capacidades y, en consecuencia, derrapan y se salen de la carretera en tantas curvas como encuentran en el camino. Márquez suele saber de lo que habla, no es dado a equivocar la tecla que toca; pero, sorprendentemente, alguien con su formación ha desafinado, y mucho. Quizás las urgencias electorales le exigen empezar a llamar la atención con tuits rompedores, y, con ese objetivo, Márquez ha firmado una reflexión que reanime, reclute y vitamine a quienes en el pasado más o menos imperfecto votaron a su formación. Tal vez, quizá, el viceconsejero desafina a sabiendas, en la creencia de que es un precio que debe pagar para dar visibilidad a un discurso, el de los suyos, que pretende recuperar a los prescriptores que les han dado la espalda. Así se entendería, quizá, tal vez, que alguien como Juan Márquez se permita la frivolidad -e irresponsabilidad- de inyectar en las redes un mensaje que va contra el interés de quienes directa o indirectamente tienen trabajo porque el turismo se los ha dado. Digital nomad, go home. Sean nómadas digitales, deportistas de élite, actores, oficinistas, consejeras delegadas, escritores, fontaneros o neurocirujanas, cualquiera es libre de pensar que los turistas son el problema y no la solución; incluso, dando un paso más hacia el abismo económico y laboral, puede asociarse tramposamente la inflación o los problemas de vivienda a la presencia de profesionales de fuera. Yendo más lejos, Márquez podría culpar públicamente a algunos músicos de las orquestas filarmónica o sinfónica de Gran Canaria y Tenerife (extranjeros, muchos de ellos) de estar encareciendo los alquileres al pagarlos con sueldos que están por encima de la media. No lo hará. La demagogia es una herramienta que en ningún caso querrá utilizar para poner a sus compañeros en la diana. Olvida Márquez que antes del turismo lo único sostenible en las Islas era la pobreza, tirando a severa. Cualquiera es libre de meter en las redes un mensaje que ahí queda para ser utilizado por destinos competidores que, como nosotros, están captando a los nómadas digitales, un perfil de cliente que nos interesa consolidar. Márquez ha desafinado. Como músico puede pensar lo que le parezca, pero un miembro del Gobierno no puede permitirse banderitas que golpean los intereses de cientos de miles de trabajadores que no tocan en ninguna orquesta filarmónica o sinfónica. Los altos cargos de los gobiernos tienen algo de nómadas digitales, quizá va siendo hora de que Márquez vuelva a casa.
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