En el caso del tren atrapado por el fuego en Bejís se cuestionó la profesionalidad de la maquinista del tren, que en una situación límite tuvo un comportamiento ejemplar e, incluso, resultó alcanzada por las llamas en el cumplimiento de su deber. El registro jurídico -la caja negra- del tren ha corroborado, como no podía ser de otra manera, esta versión de los hechos que, desde el primer momento, dio en su declaración a la Guardia Civil.
El protocolo correspondiente establece que, cuando se produce una emergencia que puede afectar a las vías de algún servicio, es el organismo responsable de la gestión del incidente el que debe avisar a Renfe y a Adif para que se interrumpan las circulaciones. De modo que era el Puesto de Mando Avanzado del incendio, dependiente de la Agencia Valenciana de Emergencias, de la Conselleria de Justicia, el que debía de haber impedido que el tren saliera de la Estación del Norte rumbo a Zaragoza-Delicias-Miraflores. Pero no lo hizo, y la maquinista, en cumplimiento de su deber, inició el viaje. Y a lo largo de todo el trayecto, hasta llegar al lugar de los hechos, encontró siempre la señal de vía libre, incluyendo la estación de Caudiel, la última por la que pasó y a la que luego tuvo que retroceder huyendo del fuego. Ximo Puig ha argumentado lo cambiante de la situación y el agravamiento sobrevenido del incendio, pero desde antes de la salida del tren ya las llamas estaban absolutamente descontroladas y el viento cambiaba constantemente de dirección, por lo que el peligro para cualquier tren que circulara por las inmediaciones era obvio.
Pese al comportamiento ejemplar de la maquinista, alguna pasajera y un familiar -que no iba en el tren- de alguna de las afectadas por las llamas expresaron en los medios graves críticas a su actuación, unas críticas no solo injustas, sino basadas en supuestos hechos que no sucedieron. Así, afirmaron literalmente que la maquinista “perdió los papeles por completo” y dijo que no sabía qué hacer, que el tren estaba bloqueado y que esperaba órdenes. Aseguraron que fue la maquinista la que accionó la alarma ante la petición de los viajeros; que “entró en pánico” al comprobar la situación y que abrió las puertas de los vagones. “Nos dijo que saliésemos corriendo” han afirmado, cuando, en todo momento, pidió a los pasajeros que no bajaran del tren porque había riesgo de quemaduras. Un conjunto de falsedades que ofenden a una profesional ejemplar y que algunos medios, sin verificar los hechos ni contrastar las fuentes, denominaron “versiones contradictorias”.
Al parecer, algunos confundieron a la maquinista, que no llevaba uniforme, como todos los maquinistas, con una pasajera que iba en el vagón número tres, que fue la que accionó la alarma, lo que originó todo el problema y consecuencias funestas para los propios pasajeros. La citada pasajera fue quien presuntamente animó a los viajeros a abandonar el tren y perdió los papeles por completo porque entró en pánico.
Una pasajera ha presentado una denuncia ante lo que considera un delito de lesiones, porque asegura que los pasajeros sintieron que sus vidas peligraban. Por supuesto que tiene derecho a hacerlo si cree que fue así. Pero todos debemos tener muy claro que la búsqueda de una indemnización solo puede fundamentarse en hechos ciertos y probados.