el charco hondo

La batalla del estado de ánimo (y 2)

El partido que gestiona mejor las sensaciones y gana la batalla de los estados de ánimo tiene ventaja en el control de las situaciones, de los altibajos, sorpresas o giros que van sucediéndose durante los meses de precampaña. Los miedos, el cansancio o la preocupación que según Daniel Innerarity se imponen a cualquier otra evidencia, y la percepción que justamente o no ahora empareja a la izquierda con los problemas y a la derecha con la libertad, difícilmente se pueden contrarrestar tirando del Centro de Investigaciones Sociológicas. Los sondeos tienen, entre otras, dos funciones que mantienen idéntica relación que el agua y el aceite. Las encuestas pueden ser una herramienta de trabajo imprescindible, útil. O, como en este caso, utilizarse para crear realidad, construir atmósfera, sembrar tendencia, para alimentar y trasladar a propios, militantes o simpatizantes la idea de que la remontada es posible, sí se puede. Solo en ese marco puede leerse el penúltimo intento del CIS, hay que poner el foco en la intención de convencer a la opinión pública que de las izquierdas no están en los minutos de descuento del gobierno de las cosas. La bala del sondeo del CIS ha sido un disparo al aire, una bengala que se ha perdido en la noche de los estados de ánimo; los relatos inverosímiles son pólvora mojada que denotan debilidad, pesimismo y urgencia, lo de la encuesta encaja en esa anatomía del instante. Las malas noticias para las izquierdas no terminan ahí. Algunos estudios coinciden en que los jóvenes europeos de dieciocho a veinticuatro años se sitúan cada vez más en la línea argumental y discursiva de las derechas, una dinámica que tiene en nuestro país un reflejo creciente. El individualismo cala con tanta fuerza como el éxodo a la derecha de edades que tradicionalmente se rebelaban y plantaban cara al sistema desde la izquierda. Cuando la serotonina u hormona de la felicidad escasea en el estado de ánimo que desprenden algunos partidos, en la calle el electorado busca refugio en otras siglas. Quedan muchos meses, y también pocos, para que abran los colegios electorales. Las izquierdas llegan a la recta final perdiendo la batalla de las sensaciones, de la empatía, de la libertad y el buen rollo que la derecha ha conseguido simbolizar. Al irse Sánchez de excursión a las izquierdas de la izquierda libera el centro por si alguien quiere ocuparlo, y tiene apenas unos meses para intentar recuperar el control del estado de ánimo. Si no lo consigue, y no está fácil, el último domingo de mayo habrá quienes en Canarias se arrepientan de no haber convocado las elecciones antes o después del último verano.

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