el charco hondo

El cuadro de Mondrian

Los responsables del museo Kunstsammlung, en Düsseldorf, han asegurado que un cuadro de Mondrian ha estado setenta y siete años colgado al revés. Según Susanne Meyer-Büser, comisaria de una muestra del pintor neerlandés, en una foto de 1944 el lienzo estaba colocado en el otro sentido sobre el caballete. Intrigada, quiso profundizar y reparó en un error que probablemente provocó que la pintura no tenga firma, con lo que el sentido del cuadro quedó determinado por el nombre del pintor, escrito en la parte trasera por el administrador de la sucesión cuando murió Piet Mondrian. Los críticos, seguidores o curiosos que durante un buen puñado de años han mirado el lienzo ignorando que el cuadro estaba al revés y, en consecuencia, que ellos estaban del revés cuando lo observaban, comparten experiencia con quienes en nuestro país también llevamos décadas conviviendo con el bipartidismo, observándolo, disfrutándolo o sufriéndolo, sin reparar en que la relación entre los dos principales partidos está al revés, colgada del revés, haciendo las cosas al revés, colocando al país en el sentido de Estado equivocado. Socialistas y populares regresan una y otra vez al pozo, al agujero del desencuentro, a la tensión, a la ruptura del diálogo y a la renuncia a los consensos. El espectáculo de los últimos días confirma el augurio de que las siglas en las que se apoya la gobernabilidad volverían a dejar de hablarse, a perpetuar el daño difícilmente cuantificable que sufre un país, el nuestro, que necesita los acuerdos que el bipartidismo nos niega, un país, el nuestro, que no puede permitirse tener al revés el cuadro de las prioridades y urgencias. El bipartidismo tiene el lienzo de la política al revés sin que analistas o electores hayan reparado en ello o, peor aún, caen en la cuenta pero se acostumbran a que socialistas y populares nos tengan con el cuadro en el sentido contrario, con los asuntos de Estado al revés. Ahora que miramos a Brasil para resumirlo como un país roto, tal vez, quizá, deberíamos mirar cómo están las cosas en casa, abrir los ojos y caer en que un país donde los dos principales partidos no se hablan es un país políticamente roto en el que la agenda de Estado se ha roto, está del revés, al revés de la responsabilidad que cabe exigir a unos y otros cuando están en gobierno u oposición. El cuadro del bipartidismo lleva demasiados años colgado al revés, importándoles poco el roto que ese error genera a un país en manos de dos partidos que reinciden en poner del revés el sentido de Estado.

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