el charco hondo

Mascarada

Hay muchas formas de perder el tiempo, mil maneras de pasar el rato distraído, ocioso, dejándose arrullar por la improductividad. Algunos tienen el vicio (o la virtud, depende de cómo se quiera ver) de alunizar en una gestión tan confortable como escasamente efectiva del tiempo. El catálogo de opciones, si se quiere despilfarrar minutos, horas, días, semanas o legislaturas, se mueve entre la generosidad y el infinito. Carecer de un plan o de una prioridad, tener dificultades para concretar una definición eficiente del tiempo o el error de dejar de hacer algo para hacer otra cosa, y acabar sin hacer lo uno o lo otro, describen algunos ejemplos de pérdidas de tiempo. En el ámbito laboral cotizan al alza, en la bolsa de los ociosos, la ausencia de planificación, las conversaciones en los chats de whatsapp, las interrupciones injustificadas, los cafés sin reloj, la cháchara en cualquiera de sus modalidades, los compañeros a los que parece sobrarles el tiempo que a otros les falta, el vicio de procrastinar o, como ocurre con las comisiones parlamentarias de investigación, las reuniones improductivas. Los antecedentes avalan la certeza de que las comisiones parlamentarias de investigación describen una de las formas más conocidas, previsibles y recurrentes de quemar horas para poco o absolutamente nada. Con el debido respeto, cabe calificar de solemne chiquillada la idea de constituir una comisión de investigación porque jueces y fiscales ya investigan donde debe hacerse, hacen su trabajo, el suyo, y los diputados deben hacer lo propio, lo suyo; y, si tienen algo que aportar, si saben o conocen, si tienen datos que demuestren algo en este u otros casos, que se vayan al juzgado y aporten la documentación correspondiente. ¿Qué van a alumbrar en esa comisión que no esté haciéndose ya en los juzgados? Bromas las justas. Si quieren jugar a jueces que lo hagan en sus ratos libres. Una comisión de investigación sobre un asunto que ya se está investigando tendría como único balance que sus señorías pierdan un buen puñado de mañanas que bien podrían aprovechar para trabajar en lo propio. Las responsabilidades políticas deben exigirse si lo consideran, pero tampoco para dar ese paso hace falta constituir una comisión que describiría un viaje a ninguna parte. Si quieren perder el tiempo que busquen otro argumento, otro paraguas, pero que nos ahorren la mascarada de una comisión de investigación sobre el caso mascarillas que por razones obvias no tiene herramientas para investigar nada de nada.

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