el charco hondo

¿Quién es la X?

Ha dado el paso para, según Conrado Domínguez, poder mantener sus derechos de defensa sin que repercuta al Servicio Canario de Salud. Así lo explica en la carta de dimisión que ha entregado al consejero del área. Domínguez ha optado por abandonar la dirección del SCS a raíz de que, tras las filtraciones, el juez instructor del caso de las mascarillas decretara el secreto de sumario. Fue más lejos el juez. Al advertir sobre la posibilidad de extender la investigación a más personas o al deslizar la hipótesis de practicar nuevas pruebas, el juez abrió el círculo, lo ensanchó. Antes, ahora y después, hay que dejar que la Justicia haga su trabajo, estar a los momentos procesales, a los ritmos de la investigación, y, en esa idea, debe huirse de la tentación de embarcarse en juicios paralelos, condenas de telediario y sentencias dictadas por quien prepara o se bebe el primer barraquito del día. Será la Justicia la que ponga a cada cual en su sitio y cada respuesta junto a su pregunta. ¿Quién es la X del caso de las mascarillas?, ¿quién o quiénes mecieron esa cuna?, ¿quiénes fueron los arquitectos de la jugada?, ¿quiénes los colaboradores colindantes?, ¿quién o quiénes movieron los hilos delante o detrás de las cortinas? La Justicia debe despejar esas ecuaciones, arrojar luz para acabar con las sombras de una de las dos tramas de un caso que genera desgaste, uno de esos episodios tremendamente permeables a ojos u oídos de la opinión pública, un capítulo cargado de dinamita, una bomba debajo de unos cuantos sillones. No es la única trama de la serie. Hay una segunda, la política. La compra de un millón de mascarillas por las que el Servicio Canario de la Salud adelantó cuatro millones de euros, a una empresa cuyo objetivo social es la venta de automóviles y vehículos ligeros, ha abierto una guerra de guerrillas en el seno del Gobierno, fuego a discreción que, obviamente, sus protagonistas niegan. Saben quienes los jueves se sientan en el Consejo de Gobierno que, solo o en compañía de otros, uno de los presentes lleva meses paseándose con un bidón de gasolina junto a la hoguera del caso mascarillas. ¿Quién es esa Y?, ¿quién en el Ejecutivo ha puesto especial entusiasmo en que este asunto debilite políticamente a alguno de sus socios en el Gobierno, y por qué?, ¿a quién o qué pretende llegar?, ¿a qué obedece que uno de los socios se haya movido más que la propia oposición? Y, una última pregunta, ¿se sabrá más pronto que tarde de otras operaciones que igualan o superan esos cuatro millones de euros?, ¿son esos otros casos la Z que sigue a la X y a la Y?

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