el charco hondo

WTM (y 2)

Hay que celebrar, pero de otra forma. Durante décadas, el incremento del número de turistas, aquello de sumar otro millón o millones de visitantes cada año, se asociaba automática, religiosa e incontestablemente a triunfo, a éxito, al mejor balance, al hacerlo bien, a triunfo. Mejor once millones que nueve, mejor dieciséis que catorce millones de turistas. El titular del récord, en radios, periódicos o televisiones, se consolidó como un clásico, el minuto de oro, la cifra deseada, la confirmación de que las cosas iban como deben ir, bien. La cultura de crecer año tras año, y de aplaudirlo sin dudar, tuvo sentido en aquellos momentos. Canarias necesitaba músculo, crecer, consolidar, continuar creciendo, hacernos fuertes en un negocio, el turismo, tremendamente exigente, debíamos ganar posiciones en una actividad que requiere reflejos, conocimiento y una experiencia que las Islas adquirieron en un curso acelerado, trabajando de día y formándose, a veces de forma insuficiente, por las noches. Se pisó el acelerador porque de otra forma nos habríamos quedado acampados en una economía en blanco y negro, sentados en el arcén del siglo pasado, sin los recursos que, al calor del turismo, permitieron a las Islas dar un salto como nunca antes. Se cometieron errores, y excesos, pero la balanza confirma que la apuesta, convertirnos en una potencia mundial del sector, apuntó, y apunta, en la dirección correcta. Ahora, llegados a este punto del recorrido, toca un cambio de cultura, de concepto. El objetivo debe ser otro. Otras las metas. Otra la aspiración. Estos días, en la WTM, han asomado en Londres un aluvión de datos, previsiones, certezas y dudas, y, entre una cosa y la siguiente, emerge una pregunta imprescindible, ¿cuántos millones de turistas necesitamos al año para crecer sin pasarnos ni quedarnos cortos?, ¿cuántos millones de visitantes nos acercan al equilibro que nos permita no perder fuelle generando empleo, sin dudarlo, pero sin recalentar los motores de los servicios que se prestan a quienes vienen y ya estamos? Sería saludable que a la vuelta de Londres, ya con más calma, se trabajara en la búsqueda de la cifra del equilibro, la que permita crecer con inteligencia, sí, pero crecer, sin dar pasos atrás, sin bajar la voz, sin complejos, defendiendo el turismo sin dejarse arrastrar por cuentos infantiles y peces de colores. ¿Cuántos millones de turistas serían razonables? Hacen falta turistas que gasten más y ocupen menos, y, si realmente se quiere dar con el punto de equilibrio, es imprescindible impulsar actividades complementarias al turismo que sean capaces de generar formación y empleo.

TE PUEDE INTERESAR