después del paréntesis

El papa Francisco

El papa Francisco afirmó que ser homosexual no es un delito, pero sí es pecado. Homosexual y demonio. Eso es lo que destapa a la iglesia en este mundo: subvertir el valor que atañe a los fieles de la secta-iglesia y lo que atañe al derecho civil. Por eso, la dicha santa madre iglesia proclama que siendo el aborto pecado, también es un crimen. Por ello, no se puede legislar a favor de la libertad de las mujeres para tener o no hijos. La iglesia apartada del mundo cuando le interesa, por ejemplo, para no pagar impuestos, y dentro del mundo cuando le conviene interferir. Entonces, para el caso, el papa Francisco parece distribuir razón al sujeto de Estado, a la condición civil de las personas, y al sujeto de iglesia, a la condición religiosa de las personas. De donde, el papa Francisco respondería en consecuencia a la pregunta ¿qué significa delito? Y de ese modo procedería: acción antijurídica, imputable, culpable, sometida a una sanción penal y a veces a condiciones objetivas de punibilidad; eso que supone una infracción al derecho penal, es decir, una acción u omisión tipificada y penada por la ley. El delito es, pues, una conducta que resulta contraria a las exigencias que el Estado impone a la ciudadanía a través de las leyes para proteger la vida, los bienes y los derechos de los ciudadanos. Indubitablemente que una persona determine para sí que su funcionalidad sexual no se relaciona con la distinta en género solo es considerado delito en los países con los que la iglesia católica se sentiría bien, los países fundamentalistas, cual ocurre. Esa no es una instancia de la civilización y de los derechos civiles que nos protegen. De donde, si iglesia en ese punto, delito en condición. Por eso el papa no para y lo que asigna al criterio de comunión no es la libertad consecuente del ser, que se impone irrefutablemente su incondicionalidad como tal, eso no, lo que confirma es el signo resolutivo de la represión, del dicho fundamentalismo exclusivo y excluyente: los homosexuales son sujetos de pecado, o lo que es lo mismo: pensamiento, palabra o acción que, en la iglesia católica, va en contra de la voluntad de Dios o de los preceptos de esa religión. Y aquí la disfunción. Fácil negar que Dios condene a los homosexuales; fácil confirmar que, frente a los miles de casos de pederastia que condenan a la iglesia, esa iglesia sí los condena. Y eso son. El pecado frente al Dios que se confina en las tinieblas; al frente la insolencia intolerable y pertinaz.

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