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Si Goya levantara la cabeza

Los premios Goya son ahora un mitin, así que la gente del cine no se queje de que los espectadores potenciales no acudan a las salas. Pasó lo mismo en el Hollywood de los tiempos del senador MacCarthy (¿Se acuerdan de Buenas noches y buena suerte?). Si Goya levantara la cabeza no se explicaría por qué los cómicos españoles están metidos siempre en una inexistente caza de brujas. Incluso trajeron a una mexicana para que cantara ¿Por qué te vas? cuando ese honor habría correspondido a Jeanette, que fue la cantante de origen canario que le prestó su canción a Cría Cuervos, del genial Saura, que era de izquierdas pero muy listo, muy caballero, muy normal. La gente no va al cine porque en España lo han politizado todo y ahora lo que molan son las series, en las llamadas plataformas; aquí, cuando no se encuentra un nombre para bautizar cualquier cosa, la llaman plataforma. Cuando la bendita Transición había plataformas y platajuntas, pero todo debió resumirse en una platanada. A mí la entrega de los Goya me aburrió y más cuando nueve estatuillas -si no conté mal- se entregaron a una misma película, As Bestas. No la he visto, no puedo opinar sobre su calidad. A los Goya no tendrían que ir los políticos, ni Sánchez, ni Juanma Moreno, ni las chicas del cable. La fiesta tendría que ser exclusivamente para los cómicos y los espectadores. Y no largar andanadas políticas, sino reivindicaciones cinematográficas. Los Oscar se terminaron desde que Will Smith le dio un absurdo puñetazo a Chris Rock. Boxeo y cine no casan. La ceremonia era brillante cuando la presentaban Johnny Carson o Ellen DeGeneres, esos sí que sabían hacerlo. Lástima que los Goya hayan derivado en este bodrio.

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