tribuna

Pleno lamentable

El País digital no respeta que madrugues para leerlo. Lo he abierto a las cinco y he visto un editorial donde dice que el PSOE saca adelante la reforma de la ley solo sí es sí y un editorial en el que se afirma que se empaña la buena gestión de la coalición. Todo ello viene adobado de un nulo reconocimiento de responsabilidades, llamando efectos no deseados a los provocados en los tribunales, cuando no pocas intervenciones seguían insistiendo en la acción de jueces fascistas. La única de los que apoyaron la ley desde el origen que pidió perdón fue Ana Oramas, y esto la honra, porque demuestra que, aunque de manera minoritaria, los buenos modos no se han ido del todo del parlamento. No todo consiste en decir: “Muchas gracias, señora presidenta”. A los pocos minutos, estas noticias desaparecieron, al menos de la parrilla de mi ordenador, para hablar exclusivamente de la quiebra del movimiento feminista, que es donde parece que reside la lucha política que nos ha conducido a este lamentable espectáculo. No soy yo el que niegue legitimidad a la actual coalición, ni quien diga que en democracia todas las opciones políticas no dispongan de las mismas oportunidades para formar gobierno, pero esto no me impide asegurar que esta experiencia no ha sido todo lo buena que podría haber sido. Ya se veía desde el principio que las cosas no iban a ir a buen puerto; sobre todo cuando el presidente había anunciado que ese pacto no le iba a dejar dormir.

Lo cierto es que se ha pasado toda la legislatura intentando demostrar lo contrario, y los grupos mediáticos que lo soportan cantando el éxito y las bondades de su gestión. Al final se ha escenificado lo que era lógico: no se puede mantener una idea de sensatez mezclando el radicalismo con la socialdemocracia. Como decía un refrán que leí en el almanaque zaragozano: “Cuando veas a un pobre comiendo langosta, uno de los dos está mal”.

Alguien dijo desde la tribuna que esta modificación se ha hecho por la alarma social que detectan las encuestas del CIS, produciendo un descenso en las expectativas socialistas. Otros pensamos en que la proximidad de elecciones provoca estos distanciamientos. Lo que sí creo es que el espectáculo ofrecido no favorece ni mejora la situación de deterioro. Ayer, como decía El País, el PSOE sacó adelante su reforma, pero fue una victoria pírrica, algo que se pretende presentar como un impase para entrar en una nueva fase de negociaciones donde intentar recomponer la ruptura. Va a ser difícil borrar de la retina de los españoles la imagen desoladora de un parlamento votando una iniciativa de gran sensibilidad social, según se dice, con el Gobierno ausente salvo la presencia de Irene Montero, arropada por su amiga, Ione Belarra, que parecían la madre y la hermana de Ben Hur saliendo de la cueva.
Ayer no se ganó nada en el Congreso. Se perdió la oportunidad de crear la esperanza de que las cosas, a pesar de todo, pueden funcionar. Fue una faena de alivio, un mal trago para la izquierda, que no comprometió a sus primeros espadas en el debate. Pachi López, desde su silencio en el escaño, se convirtió en reina por un día, encargado exclusivamente de dirigir la claque. Los demás asintieron y aplaudieron. Lo que no se dice es que el bloque de izquierdas se resquebraja. No es la investidura la que falla, es el progresismo el que fracasa cuando al Gobierno le dan la espalda Podemos, Bildu, ERC y la CUP. Hace bien la prensa en evitar hablar de todo esto.

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