Rescriptum

Un rescriptum (decisión oral del pontífice, posteriormente documentada) del papa Francisco establece que los cardenales tendrán que pagar los alquileres de sus residencias en la Ciudad del Vaticano. Hasta la fecha, sus eminencias vivían de gorra y sus lujosas habitaciones les salían de baracalofi. El papa quiere arreglar así las desastrosas cuentas vaticanas, donde todo el mundo mama. Yo le voy a dar una idea a don Francisco. Hace dos años estuve en Roma con mi hija, que se empeñó en ver el Museo Vaticano. Pagamos dos entradas muy caras y no lo vimos; nos pasaron por una galería, por un patio, por unas escaleras en las que si alguien grita ¡fuego! se produce una masacre, para desembocar en la Capilla Sixtina. De Museo Vaticano, nada. Un gigantesco fraude que afecta cada día a miles de turistas. Yo sí he visitado, en recorrido privado, el Museo Vaticano, en la noche de los tiempos, gracias a una invitación de Fiat a Roma y Turín, con motivo del lanzamiento al mercado de un coche. Pues bien, mi consejo es que eliminen intermediarios en lo de las entradas y que las despache directamente una oficina vaticana. Hay docenas de pequeñas agencias que viven de las comisiones alrededor de los muros de San Pedro. Las finanzas de la Iglesia flaquean, entre otras cosas porque la Iglesia ha perdido prestigio contable y mucha gente no se fía de ella. Y conste que hay institutos, como Cáritas, que realizan una labor muy meritoria. Pero igual que Jesús echó a los mercaderes del templo, según dicen, el papa debería expulsar de su pequeño estado a todos los sinvergüenzas y comisionistas que le chupan la sangre a quienes, con fe, quieren mantener su tinglado. Y que no apilen a la gente en las escaleras, que a mí me metieron el pico de una mochila por el ojo.