después del paréntesis

Amigos

¿Por qué un ser humano decide estafar a los prójimos cercanos? Esa es la cuestión conforme el asunto. Próximos en oficio, periodistas deportivos de la radio que irradiaron su tino en la SER y, después de la ofensa, se mudaron a la COPE. En ese trayecto Guillermo “Willy” Valdés se encontró con el líder, Paco González. Y por eso ostentó puesto respetable en la nueva emisora. Sueldo digno para vivir, como el resto, y vida resuelta por lo que hace como el resto. Ocurrió, sin embargo, que un buen día el tal “Willy” hubo de responder a los criterios y respondió. Inventó una historia adecuada, dado a los amigos a los que se dirigía, que resultó ser uno de los engaños más burdos que conocemos. Porque si cáncer, el cáncer se deja ver, en tanto esa enfermedad percute en los seres vivos y si tratado en una clínica de prestigio (en Navarra), la presencia allí es lo que ratifica. Andadas las jornadas lo inevitable se manifestó: ni lo uno ni lo otro. Los 10.000 euros a la semana que le dieron en mano sustanciaron un trayecto particular; así hasta los 400.000 euros hurtados. Lo cual nos lleva a suponer (en tanto no se considera idiota al individuo) que la falta de capital para el caso era seria. Y por eso actuó como actuó. Mas el asunto resulta extraño porque es de suponer que si esos amigos se aprestaron a pagar el tratamiento de cáncer también se aprestarían a resolver alguna incomodidad presupuestaria del allegado. Luego lo que se atisba como próvido es el secreto, el secreto que no se puede revelar. ¿Qué? No es dinero para un hijo en instancias de estudios o una casa, o la enfermedad de su mujer (que no la suya). No. Otro rigor somete a juicio al prójimo. Pongamos: necesita esa cantidad para cambiar de sexo y eso no se pregona; o consta una amante dichosa y caprichosa (al rey le costó 100 millones) y eso tampoco se puede revelar; o se descubre como un enfermo del juego y cuenta con una importante deuda contraída por pagar; o precisa ser artista y se le exige esa cantidad para su primer papel protagonista. De lo cual se deduce una de las dádivas más perniciosas de los hombres: el secreto es secreto. Y eso, el desfalco de la sensatez, es lo que precipita en el absurdo a sujetos como estos. Que se cargan una parte precisa de su vida (ha sido separado de su trabajo) y lo que percute en los verdaderos amigos (Paco González, Manolo Lama, Pepe Domingo Castaño…) porque hay secretos que no se pueden revelar. ¿Devolverá lo sustraído? Ese es el acto que lo reconocerá.

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