Me parece que fue Manuel Vicent, quien, ante la consigna castrista de “Revolución o muerte”, comentó que eso era una redundancia. Otra redundancia es la de escribir “secesionismo totalitario”, porque el fanatismo impregna la mayoría de los movimientos nacionalistas, gracias a lo cual siempre aparece la rama asesina, como en el País Vasco con ETA, o en Irlanda con el IRA, mientras en Cataluña la rama asesina, que mató algo, fue una especie de Mortadelo y Filemón, porque les explotaban las bombas, les faltaba organización… un desastre. La disolución de la rama asesina a causa de la torpeza no ha impedido que el totalitarismo se extienda, y a su calor, en un ambiente propicio, aparecen los Torquemadas dispuestos a llevar a cabo meritorias acciones que les distingan. Uno de los más ilustres es el consejero de Sanidad, Manel Balcells, quien, ante el comentario de una enfermera andaluza, contratada por la Generalidad, de tener que aprobar el “puto C1” -la prueba que acredita el conocimiento del catalán- denunció públicamente a la enfermera, amenazó con abrir un expediente, y nos permitió asistir al insólito suceso, que venía a ser algo así como si el Jefe del Estado Mayor convocara a la Prensa para echarle la bronca a un soldado perteneciente a alguna compañía del Ejército. Don Manel Balcells, pasando de las amenazas a los hechos, envió a un aspirante a Torquemada, don Enric Juvé, antiguo delegado de UGT, quien, dando muestras de sus enormes capacidades para llegar a ser Torquemada numerario, sometió a la enfermera, y a las tres compañeras que le acompañaban en el vídeo, a un “hábil interrogatorio” -que decíamos en el franquismo totalitario- donde no faltaron las amenazas para dejar sin empleo a las compañeras de la enfermera, que, claro, de la misma manera que siempre viene bien haber sido antes cocinero que fraile, no te digo nada lo útil que puede ser haber sido sindicalista antes que inquisidor. Los que sientan vocación de inquisidores encontrarán en el secesionismo catalán grandes oportunidades.