Al ya exsenador Alarcó el PP le ha hecho un Irene Montero. Después de 12 años, o así, lo ha dejado fuera de las listas. A mí me gustan las renovaciones, si no fuera porque Alarcó, tradicionalmente, obtiene más votos que el PP. Si alguien se ha dejado la piel en el Senado es él, a veces de manera excesiva. Le han prometido un cargo institucional, quizá en el sistema nacional de trasplantes, tema en el que es especialista, pero para eso tiene que ganar el PP. La traición contra Alarcó la gestó Manolo Domínguez, el presidente regional. Ayer hablé con el exsenador y ni siquiera está dolido. Le dio la noticia Emilio no sé qué, alcalde de Santiago del Teide, que lo va a sustituir en la Cámara Alta. Zaida González, la otra candidata, parece que renuncia y están buscando a otra mujer. Repito que después de leer el libro de Rato no me sorprende nada del PP, que es también un nido de víboras. Comprenderán que después de esto me piense mucho mi voto del día 23 de julio, porque no creo en la derechona. Y, por supuesto, tampoco en la izquierdona. Bendita UCD, señores, a la que echo mucho de menos. Y, puestos a zurrar la badana, bonito repaso el que le dio Juan-Manuel García Ramos al felón de Clavijo en Twitter. Lo borró, pero el tiempo en que la diatriba se mantuvo en la red fue suficiente para constatar la incongruencia de Clavijo, que despreció al PNC y lo cambió por una mochila azul y por unos ojitos dormilones. Vete por ahí, Clavijo; tienes menos seso que un mosquito. En este país los mosquitos pueden llegar a ser presidentes. Este lo ha conseguido dos veces. Guárdenme un cachorro.