avisos políticos

Un tahúr del Mississippi

Como todo buen tahúr, Pedro Sánchez confiaba en sus cartas marcadas. Sabía que los porcentajes vencedores que proclamaba el CIS antes de las elecciones eran un burdo invento de Tezanos, al que había ordenado prostituir el prestigio académico de ese organismo financiado con dinero público. Y sus cartas marcadas eran muy apropiadas para distraer la atención de los ciudadanos y elevar sus expectativas electorales. Cómo no valorar la reforma laboral, con sus contratos indefinidos y sus sucesivos y voluntaristas incrementos del salario mínimo, al margen de la productividad y de la evolución de la economía; cómo no apoyar el aumento de las pensiones, mintiendo sobre su sostenibilidad futura a medio plazo; y cómo no aplaudir su constante enfrentamiento con los empresarios -los enemigos del pueblo que se lucran con nuestro dinero- y los impuestos a la banca y a los que denomina “ricos”, de pobre recaudación aunque de amplio recorrido demagógico. Seguro que los electores no repararían en minucias tales como que todo eso se ha hecho trampeando con los fondos europeos y a costa de aumentar el déficit y la deuda pública española hasta los límites temerarios de una vez y media el total del PIB, del total de bienes y servicios que hemos producido en un año. Sánchez confiaba en que las rebajas del IVA y del precio de la luz, de los combustibles y del gas cumplieran su papel, junto a la legislación sobre el feminismo, el homosexualismo, el medio ambiente y los animales, sin olvidar las tan oportunas -y tan partidistas- huelgas sanitarias de Madrid.

Y, por si no bastara, una buena parte de su electorado tendría muy en cuenta su implicación en la ley de memoria democrática. Todo eso serviría para distraer la atención de su alianza con los comunistas, los independentistas catalanes y, en particular, con EH Bildu, además de su vergonzosa reforma del Código Penal para exculpar a los catalanes. Sin embargo, desmintiendo la confianza de Sánchez, el domingo electoral se cumplieron las previsiones, que anunciaban el más que importante retroceso del presidente y de sus aliados de Podemos. Los aventureros siempre tienen un último naipe en la bocamanga, y en la madrugada del lunes Sánchez sacó el suyo y convocó elecciones generales para julio, previsiblemente cuando un tercio de los electores van a estar en afanes vacacionales.

Es una jugada arriesgada, pero que le puede salir bien. Y es una jugada que falta el respeto a los españoles, a muchos de los cuales arruina las vacaciones, y obliga a trabajar al personal de Correos y a los miembros integrantes de las Mesas en condiciones de calor que conculcan la legislación sobre seguridad e higiene en el trabajo. En los tiempos de la Transición, Alfonso Guerra llamó a Adolfo Suárez tahúr del Mississippi, con su chaleco y su reloj, aunque el político socialista siempre ha asegurado que solo fue una frase sacada de contexto en un ambiente festivo. Hoy en día, junto a Felipe González, se ha convertido en uno de los mayores críticos del presidente socialista y de su autoritarismo cesarista, que ha aplastado cualquier atisbo de oposición en el seno de su partido. Pero no nos consta que Guerra haya vuelto a emplear la frase cambiando su destinatario, aunque hemos de reconocer que tendría suficientes razones para hacerlo.

TE PUEDE INTERESAR