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Movistar

Resulta que yo le pago a Movistar unos 200 euros al mes por los servicios contratados. Es mucho dinero, lo tengo todo suscrito, desde las pelis al fútbol. Pues voy a que me den un teléfono móvil nuevo y me dicen que nanay, que como ya tengo una tablet, pues que para entregarme el teléfono, que quiero pagar en cuotas, tengo que cambiarme “del sistema viejo al nuevo” (sic). He estado cuatro veces en la tienda Movistar, donde me atienden muy bien, pero no me resuelven nada. Llamo a Movistar/Madrid y me dicen que el cambio lo tengo que solicitar a Acens para que me apliquen la opción 3 y me migren el dominio del correo más los datos al sistema nuevo. Pero, coño, una serie de trámites que para mi sobrina Andrea, de 14 años, será fácil, pero para mí es un problema. Pues no hay forma. En la tienda reiteran: “Si no lo llaman en 48 horas, vuelva usted por aquí”. Como si a un tipo que va a cumplir 76 años le fuera fácil estar todo el día soportando el tráfico de mi casa al Centro Comercial La Villa, donde está la concurrida y renovada tienda Movistar. Voy a intentarlo otra vez, pero le tengo que decir a mi amigo Juan Flores, que dirige la cosa en Canarias, que así no se ganan clientes, sino que se pierden. Y mira que Juan es buen tipo. Voy a ver si la competente Ana, empleada de esa tienda encargada de mi asunto, se esmera un poco y me lo deja resulto durante esta semana, antes de que pierda los nervios y escuche a uno de los pesados que me llaman cada día para ofrecerme un cambio de suministrador de servicios. No me gustaría, llevo en Telefónica desde la época de Antonio López y de Julio Luis, en la noche de los tiempos.

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