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Antonia Molinero: “Este es un viaje con las maletas llenas de trabajo, ilusión y amor a la literatura que ya dura 20 años”

La Escuela Literaria celebra esta temporada 2023-2024 su vigésimo aniversario y se traslada a Santa Cruz de Tenerife
Antonia Molinero, fundadora y directora de la Escuela Literaria. / Patri Cámpora

La Escuela Literaria, el proyecto cultural concebido en 2004 en La Laguna por Antonia Molinero (Madrid, 1964), ha cambiado de sede. Pero no se ha ido demasiado lejos. El centro abrió ayer su temporada 2023-2024 en Santa Cruz de Tenerife, en sus nuevas instalaciones, que están ubicadas en la tercera planta del número 49 de la capitalina calle de Santa Rosalía. A punto de cumplirse 20 años del comienzo de esta experiencia, una de cuyas misiones, no la única, es “encontrar nuevas voces” en la literatura que se hace en Canarias, Molinero mantuvo esta charla con DIARIO DE AVISOS.

-¿Cómo describiría este viaje literario de 20 años?

“Sacar adelante una empresa cultural, y más en el ámbito literario, es complicado. Es un viaje cargado de maletas llenas de trabajo, ilusión y amor por la literatura; un viaje con la intención de encontrar nuevas voces. Y entre la juventud, y también entre gente más madura, hallamos unas voces espectaculares: muchos alumnos han conseguido el éxito literario y otros a lo mejor no han tenido tanta suerte, pero, en todo caso, han mostrado tener unas voces muy interesantes. O sea, que ha sido y es un itinerario con muchas maletas, algunas mochilas e incluso varios baúles”.

-¿Cuál es la principal enseñanza que intenta transmitir al alumnado y cuál es la que recibe Antonia Molinero?

“La primera que traslado es que la literatura es una disciplina más compleja de lo que a menudo se piensa. Hoy está muy asentada la idea de que todo vale, pero eso no es posible. Tiene que haber un criterio, unos filtros y una intención. Siempre busco que los alumnos encuentren el sentido de su obra. Al menos, que lo sepan: que uno conozca por qué está contando esa historia, o que tenga una leve idea, porque cuando lo sabes todo te aburres y esto es también un proceso de descubrimiento. Cuando conceden un premio literario, como el Nobel, el jurado atiende al sentido de la obra de ese escritor, de esa escritora, a su universalidad. A esa capacidad de hacer de lo particular, de algo íntimo, pequeño, de un detalle, algo universal. En cuanto a lo que aprendo, llevo 27 años de profesora y eso me ha enseñado que cada persona tiene un estilo. Y hay que respetarlo. De lo contrario, las escuelas literarias se convierten en espacios normativos, excesivamente académicos. En el arte, cada uno tiene que seguir sus impulsos. Lo que yo busco es ayudar a que cada alumno cuente lo que desea de la mejor manera posible”.

“Suelo hallar alumnos mayores que podrían haber sido grandes escritores, pero la vida les apartó de su talento”

-¿Qué virtudes suele hallar en quien se anima por primera vez a participar en un curso de creación literaria y, también, cuál es el error más común de los escritores noveles?

“El mayor error es la imitación. Imitar a los autores que han sido nuestras referencias. Si imitas, no tienes un estilo propio. Esa es una conducta muy habitual de la gente que empieza a escribir. Otro error es pensar que la literatura sigue estando en el siglo XIX. No tienes por qué emplear un lenguaje grandilocuente, excesivamente intelectualizado, a no ser, claro, que tu personaje sea así y hable de esa manera. Debemos acercar el lenguaje al día de hoy, contar la época en la que vivimos, salvo que nos dediquemos a la literatura histórica. En definitiva, hemos de buscar nuestra voz, nuestro propio estilo, ser nosotros mismos al escribir. Esa voz solemos encontrarla de una manera bastante intuitiva y natural. Si hablamos de virtudes, suelo encontrarme, por ejemplo, con personas mayores de 50 años que podrían haber sido escritores perfectamente. Lo que ocurre es que la vida les ha apartado de ese talento. Esto me da mucho que pensar, me da hasta rabia. Cuando ese talento lo descubrimos en gente muy joven, también surge esa pregunta sobre la vida: ‘¿Y de esto se puede vivir, Antonia?’. Sí que se puede, pero es muy difícil, cierto. Lo que no deberíamos hacer es embargar nuestro talento a causa de las dificultades que nos encontramos en el día a día. Hemos tenido alumnos en la escuela que han podido vivir de la literatura. Un ejemplo de todo esto es Roy Galán. Tiene talento, mucho, pero también ha apostado por ser escritor”.

-¿De qué manera asume el proceso pedagógico en algo que tiene mucho de intangible, que no es, en suma, una ciencia?

“Existe un prejuicio. Cuando alguien sueña con ser pintor, con hacer cine o quiere ser músico, está normalizado el hecho de que haya una facultad de bellas artes, un conservatorio, una escuela de cine… Pero cuando se trata de literatura, parece que venimos con el talento debajo del brazo y con eso es suficiente. Pero el talento hay que pulirlo. Esa es la cuestión. Sí, el talento va a salir, pero aunque hagas muchos cursos y te matricules 60 veces seguidas en la facultad, eso no garantiza que vayas a ser un gran pintor. Ese talento hay que trabajarlo. Y con la literatura, exactamente lo mismo. A lo largo de la historia, muchos escritores han tenido un maestro, un preceptor. Antes no existían las escuelas literarias, ahora sí. Siempre merece la pena contrastar con profesionales si tu talento debes trabajarlo. Además, aunque entre todos no logremos que hagas una carrera literaria, la capacidad expresiva se desarrolla. Y eso es positivo para cualquier ámbito en el que nos movamos. El lenguaje es como la arcilla. Debes crear una obra con ese material”.

“Una escuela literaria debe ser más que un espacio normativo, en exceso académico: debe respetar la voz de cada alumno”

-La Escuela Literaria se ha trasladado de La Laguna a Santa Cruz. ¿Qué retos se le plantean al centro a partir de ahora?

“Estos días me preguntan a menudo por qué nos hemos cambiado y parece que nos hemos ido del país [ríe]. En la escuela hemos tenido muchos alumnos de Santa Cruz, de La Laguna y de toda la Isla. Gente de Buenavista, de Santiago del Teide… ha acudido al centro. El traslado ha sido algo muy natural. Afrontamos otra etapa y queríamos estar en el corazón de Santa Cruz, en la capital. A veces creo que La Laguna y Santa Cruz viven un poco de espaldas, cuando deberían mirarse más cara a cara, colaborar más. De cualquier modo, entre la antigua sede y la actual, estamos a 10 minutos en coche y a 20 en el tranvía. Creo que Santa Cruz resulta más accesible para quienes acuden a la escuela desde otros puntos de la Isla. Por otra parte, no vamos a dejar de colaborar con el Ayuntamiento de La Laguna en los diversos proyectos que llevamos a cabo. No nos hemos ido, solo que también estamos ahora en Santa Cruz”.

-Una de las primeras recomendaciones que surgen cuando se habla del aprendizaje del futuro escritor o escritora es la lectura. ¿Cree que en estas islas leemos lo suficiente o, nunca mejor dicho, esa es una asignatura que tenemos pendiente?

“Considero que en Canarias se lee bastante, a pesar de que todos solemos estar siempre muy ocupados. En la reciente Feria del Libro, en La Laguna, las ventas han sido muy positivas y eso es algo que también nos lo confirman las librerías. El gran desafío está en la juventud. Los jóvenes tienen que leer. Y leer algo más que novelas románticas o excesivamente facilonas. Hoy es muy difícil llegar a ellos debido a la competencia de los dispositivos digitales. Ahí tenemos un trabajo muy importante que hacer. Cuando son más pequeños, acostumbran a leer mucho, pero al llegar a la adolescencia resulta habitual que abandonen la lectura. Sin embargo, luego hay quienes quieren retomarla, y ahí también todos tenemos que contribuir como sociedad”.

“En Canarias habría que dar a conocer a mucha gente que tiene talento para escribir, pero que se queda oculta”

-Y desde su experiencia, ¿cómo estamos hoy de talento literario en Canarias?

“Es excelente. Aunque debemos dar a conocer mucho más a gente que tiene talento para escribir, pero que se queda oculta. Por esta escuela han pasado casi 3.000 alumnos y podría asegurar que hay al menos 100 personas que poseen un talento excepcional, pero muchas aún no han publicado una obra. A las editoriales les cuesta apostar por un escritor primerizo y, por eso mismo, esos autores no encuentran la manera de llegar a ellas. Una de las funciones de la escuela es intentar ayudar a toda esa gente para que se la vea. La literatura canaria tiene una salud buenísima. Siempre digo que quienes viven en islas poseen una sensibilidad fuera de lo común. Está esa mirada hacia afuera, más amplia, más abierta… A mí me gusta mucho la literatura canaria, que antes de estar aquí no conocía, justo por todo esto de lo que hablo: hace falta promocionarla y que esas palabras lleguen a los despachos de las instituciones y ayuden a su difusión”.

-Internet contribuye a romper el aislamiento. ¿Ha abierto nuevas oportunidades a quienes desde aquí quieren desarrollar la vocación de la escritura o sigue siendo muy complejo construir una carrera desde Canarias?

“Es cierto que en ese aspecto el mundo digital ayuda, pero no es suficiente. Internet no es la panacea. Llegar con tus textos a mucha gente continúa siendo un proceso complicadísimo. Todos los apoyos son pocos para un escritor que comienza. Cuando te empiezas a promocionar a ti mismo en las redes, en el fondo, queda un poco horrible [ríe]. Al menos eso me ha pasado a mí, que me daba mucha vergüenza. Hoy es necesario, sin duda. Hay que dejar la vergüenza en casa, pero esa labor la deberían hacer las editoriales, que a su vez cuentan con muchos otros autores y no pueden dedicarle a uno solo todo el tiempo que sería deseable”.

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