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El hombre desnudo de Castelldefels

Un hombre salió corriendo, despavorido, con las patas en el culo, en la ciudad de Castelldefels, provincia española de Barcelona, al ser pillado in fraganti, en la cama, con la mujer de otro. El otro, que llegó más temprano del concierto al que asistía, porque no le gustó demasiado aquella música, o quizá porque tenía la mosca detrás de la oreja, encontró al luego despavorido en el lecho despojado, y a su mujer, dale que te pego. Agarró un cuchillo de la cocina, de esos de descogotar pollos, y salió corriendo detrás del follador, naife en mano, dispuesto a cortarle lo que fuera, posiblemente lo que más sobresaliera. El atribulado macho alfa gritaba, intentando salvarse, “¡me quiere matar!”, desnudo en pelota, por las calles del pueblo, mientras que su perseguidor, como justificándose, vociferaba: “¡Es que este golfo se ha follado a mi mujer!”. Los viandantes intentaron hacer entrar en razón al ofendido, pero éste no cejaba en su empeño de hacer fuet magro catalán con el miembro del perseguido, que intentó en vano alcanzar su coche, por una razón: desnudo como estaba, con una mano cubriendo el futuro fuet magro y la otra agitada al viento mediterráneo, no le dio tiempo ni de coger las llaves del vehículo, ni de ponerse los calcetines, que -al parecer- es la primera prenda que uno intenta calzarse cuando se ve en trance similar. Los periódicos de la zona, e incluso los llamados “nacionales”, han dado cuenta del hecho y al final fueron llamados los municipales, que intentaron poner paz en la persecución. Nadie murió, pero la industria del salchichón perdió una pieza imprescindible para la Navidad. El desnudo fue cubierto con una manta de la Cruz Roja y asegurado en un vehículo de la Local, que instruyó la correspondiente diligencia. Nadie habla de la esposa, avergonzada o no, que resultó missing. Por si acaso.

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