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Punto final

He visto el último capítulo de Cuéntame, la muerte de Herminia. Me hinché de llorar, yo sólo, a las dos de la madrugada, recostado en el sillón de siempre con la perrita durmiendo a mis pies. Dos días antes de morir mi abuela Lola, la fui a ver. Me dijo que mi abuelo, que había fallecido hacía años, la había venido a buscar. Que la había tomado por los hombros y le había dicho: “Vamos”. Le prometí volver al día siguiente para charlar un rato, pero alguna chorrada de esta mierda de profesión me lo impidió. Y no fui. La noche siguiente, mi abuela Lola falleció mientras dormía. La encontró mi tía por la mañana; con una sonrisa. El capítulo final de Cuéntame es una obra maestra, un homenaje a la familia. Precisamente ha sido la pérdida de los valores familiares la que ha destruido el mundo. Esta serie, que es nada más y nada menos que el paso de la España antigua a la España moderna, nos ha mostrado muchas cosas a todos. He vivido guiones geniales, episodios tan reales que parecen la historia de cualquiera que tenga mi edad. Por eso lamento los rencores actuales y sobre todo reniego de quienes los han generado. De unos y de otros. Aborrezco el rompimiento del consenso, la pérdida de los valores, el cinismo, la mentira y el mesianismo de unos y de otros. Cuéntame nos ha enseñado la verdad de lo que ocurrió y ahora que ha terminado ya empiezo a echar de menos la serie y a sus personajes. Pero no soy capaz de volver a ver los viejos capítulos como tampoco sería capaz de reescribir la historia para que los errores no se repitieran. No soy nadie, ni tengo fuerzas. Mas, desde luego, así ocurrió. Y es una pena que no hayamos aprendido nada. Qué triste que hayan puesto el punto final.

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