Se define a sí misma como creadora digital, pero el perfil de Ceci Wallace engloba un magnetismo que va mucho más allá de esa simple descripción. Su naturalidad y espontaneidad la han convertido en un referente en el Archipiélago que ya apunta maneras en el panorama nacional después de coronarse como la primera canaria en tener un espacio en Podimo: La gorda está triunfando. A través del micrófono violeta, la tinerfeña confiesa la crueldad que implica ser una persona gorda en un mundo superficial y cosificado, donde ha sabido reinventarse para protagonizar su propia vida y “hacer algo bonito por la sociedad”.
-Antes que nada, enhorabuena por tu nuevo proyecto. ¿Cómo surgió?
“Después de acudir como invitada al pódcast Malas Personas de Victoria Martín, que tuvo bastante éxito, me propusieron arrancar el mío propio con los temas que suelo tratar en mis perfiles de redes sociales: violencia estética, gordofobia…”
-Abordas asuntos bastante trascendentales. ¿Se trata de tu proyecto más personal?
“La verdad es que sí. Para mí ha sido el mayor reto a nivel profesional porque, además, es el de mayor proyección nacional. Soy una influencer nacional y exponerme más allá de las Islas es todo un desafío porque son temas controvertidos de los que no todo el mundo habla. Aunque alguien tiene que atreverse a tratarlos para contribuir a una sociedad mejor. Aparecer en el podcast de Malas Personas duplicó mis seguidores en Instagram, pero también acarreó muchos comentarios negativos. Lo cierto es que el año pasado crecí mucho en redes sociales”.
-Comentaste en un episodio que el título del pódcast surgió por una anécdota de la cantante Nathy Peluso en La Resistencia.
“La gorda está triunfando me pareció perfecto. Aunque a ella ni siquiera la considero gorda, pero quienes hemos crecido con la cultura de los 90, cualquier mujer que superaba la talla 36 era considerada gorda, primando la delgadez extrema. En la actualidad, cada vez hay más diversidad de cuerpos, pero lo realmente importante es que valoren a una persona por su talento, como el caso de Nathy Peluso, y no por sus curvas. Me maravilla ver a mujeres diversas y diferentes triunfando en la vida”.
-En tus episodios cuentas vivencias muy duras cuando eras joven, tales como que si no adelgazabas nunca serías feliz o que vivías siendo una mera espectadora porque pensabas que lo bueno solo le ocurría a las personas delgadas.
“Ahora sé que no estoy sola, pero la mayoría de mujeres crecemos con ese mensaje: si no adelgazamos, no somos suficientes. Entre nosotras siempre habrá algún pero, desde una nariz grande a un pelo rizado, pero en el caso de las personas gordas nos afecta a todos los niveles porque creemos que nunca seremos felices, que nadie nos va a querer o que no conseguiremos un trabajo digno. Parece algo absurdo, pero nada más lejos de la realidad, puesto que a mí, personalmente, me han rechazado en trabajos por imagen. De hecho, he recibido comentarios que son denunciables. De cara a un sector muy amplio de la sociedad somos personas vagas, poco deseables y con mala salud.
-Con respecto a esto último, ¿crees que hay personas preocupadas realmente por la salud de las personas gordas o es, claramente, gordofobia?
“Gordofobia. Cada vez hay más estudios que demuestran que en muchas ocasiones no tiene nada que ver. Nos pasamos la vida haciendo dietas terribles que acaban en trastornos de la conducta alimentaria porque la sociedad hace que nos sintamos inferiores. Y es que el personaje gordo solo aparece como secundario o siendo el bufón, nadie quiere algo así en su vida. En este sentido, las personas recibimos más cumplidos y halagos cuando adelgazamos que cuando sacamos un máster o una carrera. Parece que el físico es lo que más importa y eso dice mucho de la sociedad… A veces nos acusan de romantizar algo que supuestamente es una patología, pero tener un cuerpo grande no implica estar enfermo. Lo único que pedimos los que tenemos un cuerpo no normativo es respeto; que se acepten todas las realidades. Debemos dejar de comentar el físico de otros, independientemente de la constitución que tengan, porque no sabemos qué hay detrás. Comentar continuamente el físico de alguien puede generar unos complejos que, con el tiempo, deriven en algo más grave. Es necesario cambiar esta narrativa, sobre todo, entre mujeres”.
-Desde hace años te dedicas a la publicidad en redes sociales.
“Por suerte, tanto yo como otras creadoras gordas estamos trabajando en este sector, pero lamentablemente tenemos menos oportunidades laborales. Muchas marcas han optado por contratarnos, pero sentimos que lo hacen para cumplir la cuota, como ocurre con las personas racializadas, ya que suele haber solo una en las campañas. A mí me afecta especialmente porque me he dedicado durante muchos años al maquillaje y no abarco tanto como otras creadoras”.
-¿Crees que, a raíz de mostrarte tal y como eres, haces algún tipo de activismo?
“El simple hecho de tener un cuerpo disidente y existir nos convierte en activistas porque requiere un valor que no todo el mundo tiene, ya que es bastante duro enfrentarse a los comentarios negativos. De hecho, los recibo diariamente. Además de mostrarme tal cual en mis perfiles para normalizar mi realidad, que coincide con la de otras muchas personas, imparto charlas en institutos o a través de los ayuntamientos de las Islas. Hace unas semanas estuve en El Hierro para hablar sobre autoestima a un grupo de mujeres. Hacerlo presencialmente me satisface mucho porque son personas que ni siquiera tienen ni perfiles en redes sociales”.
-¿Cuál es el fundamento de esos comentarios despectivos? ¿Tener un cuerpo no normativo? [Pregunto desconcertada]
“Efectivamente. Recibo ataques gordofóbicos constantes. Agradezco que mi comunidad esté en sintonía conmigo y acuda a mi perfil porque, de alguna forma, se siente representada. Pero a raíz de mi aparición en el programa de Victoria Martín comencé a percibir mucho odio de personas que pretendían hacerme daño llamándome, por ejemplo, gorda asquerosa. Antes decidía eliminarlos, pero últimamente contesto con alguna broma y los comparto para que sientan algo de vergüenza. No pretendo caerle bien a todo el mundo, pero aquellas personas que son capaces de crear perfiles ocultos para hacer daño de forma gratuita me parecen unas cobardes que no merecen ni cinco minutos de mi tiempo”.
-¿Realmente compensa el mundo de las redes sociales?
“Obviamente, sí. Y a mí, de momento, con creces porque pasé de trabajar en la más absoluta precariedad [cuenta que se dedicó al sector de la hostelería durante muchos años] a tener el privilegio de ser la dueña de mi tiempo, creando un contenido que me gusta y, además, ayuda a otras personas. También está muy bien pagado. La contra es que he tenido que hacer mucho trabajo psicológico para afrontar el odio que recibo porque, siendo sincera, me ha afectado bastante en ciertos momentos de mi vida. Ahora lo gestiono desde otra perspectiva y no puedo quejarme. Siento que detrás del entretenimiento también estoy haciendo algo bonito por la sociedad”.
-Volviendo a la Cecilia más joven, la que creía que jamás llegaría a ser feliz por su talla, ¿qué le dirías a esas chicas que puedan estar viviendo algo similar?
“Intentaría transmitirles que no necesitan cambiar su cuerpo ni adelgazar porque conseguirán aquello que se propongan por su trabajo y talento, y, por supuesto, serán felices. Tenemos que inculcar nuevos valores que enseñen a los más jóvenes a destacar por su mente. Como consejo, les diría que a mí me ayudó mucho conectar con otras mujeres que habían vivido o estaban viviendo mi misma realidad, ya que, hasta entonces, me había sentido muy sola. Crear una red de personas que aporten es clave porque la diversidad no es una moda, sino una realidad”.
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