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Daniel Goleman revela la fórmula para tener un gran día, todos los días

El gurú de la inteligencia emocional redefine el éxito personal y profesional con ´Óptimo´

La publicación de “Inteligencia Emocional” en 1995 no sólo se convirtió en el bestseller que catapultó a la fama internacional a Daniel Goleman, sino que irrumpió en el mundo de la psicología y el desarrollo personal con un impacto que ni siquiera el propio autor llegaba a imaginar. Casi 30 años después, tras múltiples investigaciones, debates y aplicaciones prácticas en diversos campos, el psicólogo de Harvard publica “Óptimo. Rendimiento, empatía e inteligencia emocional” (Editorial Kairós), en el que, junto al investigador Cary Cherniss, revela las claves para alcanzar estados óptimos de rendimiento y satisfacción, sacando el máximo provecho de nuestro día a día, gracias a la gestión inteligente de nuestros recursos internos.

DIARIO DE AVISOS ha intercambiado impresiones con el autor en un encuentro online mantenido con los principales medios españoles, en el que, desde California nos ha contado de primera mano las líneas maestras de su última obra, fruto de la investigación sobre cómo cientos de personas construyen la arquitectura interna de un buen día, tanto en lo personal como en el ámbito laboral.

El estado óptimo

¿Te has imaginado alguna vez como sería tener jornadas productivas, agradables y motivadoras, todos los días? Pequeños o grandes lapsos de tiempo en los que sientes que puedes con todo, tu creatividad está a flor de piel y logras resultados fabulosos. Es lo que Goleman y Cherniss logran desentrañar en esta obra, evidenciando el papel esencial de las emociones en nuestro comportamiento, decisiones y rendimiento, definiendo ese estado óptimo como “uno de esos días o momentos donde damos lo mejor de nosotros mismos: nos sentimos bien, disfrutamos de lo que estamos haciendo, estamos implicados y absortos, somos capaces de resolver fácil y creativamente los retos que se nos presentan, y nos sentimos conectados con las personas con las que trabajamos”, concluyendo que la inteligencia emocional es la clave para tener un gran día y que es algo alcanzable por cualquier persona que desee entrenar estas habilidades.

En sus múltiples viajes, reuniones y formaciones, Goleman confiesa que suele llevar a cabo la misma práctica: “pido a los trabajadores que piensen en un jefe al que aprecian mucho y uno al que no tanto, uno que les cayera fatal. Y en todas partes la respuesta es siempre la misma. Los jefes a los que la gente más aprecia suelen tener la característica de ser personas emocionalmente inteligentes, gente que tiene conciencia de sus propias emociones, que sabe gestionarlas, que es capaz de conectar con sus emociones y con las de los demás y es capaz de gestionar también las emociones ajenas, que es capaz de inspirar y guiar a los demás”.

Asimismo, “aquellos líderes o jefes que tienen inteligencia emocional acaban gestionando equipos más óptimos con gente que deja el trabajo con menos frecuencia, porque su jefe les cae bien y generan un buen entorno de trabajo”, evitando la constante rotación de personal y fomentando el compromiso. Esta conexión subraya la idea de que la inteligencia emocional no solo mejora las interacciones sociales y el liderazgo, sino que también es fundamental para el bienestar personal.

La gestión emocional

Es cierto que muchos pensaremos, ¿y que pasa cuando el entorno o las circunstancias no son favorables? En este sentido, Goleman incide en que debemos aprender a “diferenciar entre las cosas que podemos cambiar y las que no”, como por ejemplo cuando una persona se siente infeliz en su puesto de trabajo. Esta persona puede enfocarse en intentar cambiar las circunstancias laborales que le rodean y le atormentan, algo que no siempre es posible. O bien, puede aprender a moldear las emociones asociadas a esa realidad para lograr un estado óptimo que le permita sentirse realizada, motivada y productiva, a pesar de las circunstancias.

En este sentido, el diálogo interior puede jugar a favor o en contra. Será necesario prestar atención a “ese monólogo constante que tenemos casi todos, y que es muy importante tener presente si nos está ayudando o no, si está afectando nuestras emociones de forma negativa o positiva, así como ser capaz de invocar emociones positivas”.

Para el autor de ´Óptimo´, los pensamientos y las emociones están íntimamente relacionados, y “tal y como está estructurado nuestro cerebro, prácticamente cada pensamiento lleva asociado una emoción”, es por eso que para lograr esos ansiados momentos de plenitud debemos prestar atención a la conversación que mantenemos con nosotros mismos y darnos cuenta si nos hace sentir mal, nos desmotiva o entristece. Una vez desprovistos de estos pensamientos limitantes, podremos concentrarnos en disfrutar de cada momento de nuestro día a día.

Portada del nuevo libro de Daniel Goleman (Febrero 2024, Editorial Kairós)

La fórmula óptima

Pero, ¿cómo alcanzar este estado óptimo? Goleman lo tiene claro, lo primero es tener en cuenta que “la conciencia de las propias emociones es la base de la inteligencia emocional, saber qué sentimos, cómo lo sentimos, cómo eso conforma nuestra percepción o los impulsos que tenemos a la hora de actuar, eso es importantísimo, porque para gestionar las propias emociones hace falta ser consciente de ellas”. Además, añade que “una de las herramientas para acceder al estado óptimo es la concentración. En ese sentido hemos hablado de meditación, pero al final lo que nos dice la investigación científica es que lo que llamamos meditación no es sino un entrenamiento de la atención, y ese poder dirigir la atención es uno de los caminos para llegar al estado óptimo. Otro camino es el pensar de forma diferente sobre nuestra situación, en lugar de concentrarnos en lo que está mal, pues se trata de concentrarnos en lo que está bien en esa situación”.

El investigador también reflexiona sobre los avances de la inteligencia artificial y las implicaciones en nuestro día a día, explicando que “la cuestión principal aquí es que las máquinas no tienen emociones, no tienen pasión, no tienen inspiración y no tienen un propósito”. Además, hace hincapié en que uno de los aspectos esenciales de la inteligencia emocional es la empatía: “ser capaz de sentir con otra persona y ejercer la compasión. Y eso es algo a lo que las máquinas se les da fatal”. Concluye manifestando la expectación que generan los grandes avances en esta materia y como los desarrolladores enfrentan el gran reto de crear una inteligencia artificial capaz de preocuparse por el bienestar de las personas, algo que contempla bastante complicado.

¿Qué decir de los teléfonos móviles? El acompañante fiel que va con nosotros a todos lados. Indispensable para muchos, tanto en el trabajo como en la interacción social. “Los móviles pueden ser nuestro mejor amigo y también nuestro peor enemigo. El teléfono es una gran distracción porque tiene todas esas cosas que nos seducen y alejan de ese estado de concentración”, afirma Goleman. “Sin embargo, lo que nos muestra la investigación es que, más que las distracciones externas, la mayor distracción a la que nos enfrentamos es nuestro propio estado emocional. Nuestra mente es la mayor distracción, y el hecho de ser capaces de concentrarnos plenamente es lo que nos facilitará entrar en el estado óptimo”.

¿Se nace o se hace?

Ante el debate sobre si la inteligencia emocional es una habilidad innata, el investigador asegura que “la buena noticia es que la inteligencia emocional es una destreza que se puede aprender, al contrario del cociente intelectual, que es algo permanente. Y precisamente lo que nos muestran los datos de la investigación es que, si bien el cociente intelectual puede predecir a qué profesión puede acceder una persona, nos podrá decir, por ejemplo, si una persona puede estudiar con éxito un máster en administración de empresas, … pero una vez llegué ahí, pues será más o menos igual de inteligente que todos sus colegas y, por lo tanto, lo que predice quién va a destacar o quién puede convertirse en un líder es la inteligencia emocional. Yo, en ese sentido, soy un gran defensor de la inteligencia emocional en las escuelas, y también defiendo que las empresas y las organizaciones ofrezcan esa formación en inteligencia emocional a adultos, porque la inteligencia emocional se puede mejorar a cualquier edad”.

Y, ¿cómo podemos identificar a una persona con alta inteligencia emocional? El experto explica que “lo que realmente indica la inteligencia emocional de otra persona es como nos hace sentir a nosotros. Por ejemplo, ¿qué marcadores somáticos dispara en nuestro propio cuerpo la interacción con esa persona? ¿nos hace sentir extraños? ¿Hay algo raro en la interacción o, al contrario, parece que estamos sintonizados en armonía? Notar esa armonía suele ser un indicador de una alta inteligencia emocional en nuestro interlocutor”.

´Óptimo´ no es solo una continuación de la revolucionaria visión que Goleman presentó hace casi tres décadas, sino una evolución y ampliación de estas ideas hacia la aplicación práctica en la vida cotidiana. La inteligencia emocional, lejos de ser un concepto estático, ha demostrado ser una habilidad dinámica y crucial para el bienestar y éxito personal y profesional. La relevancia de su mensaje es aún más crítica en una era dominada por la tecnología y la inteligencia artificial, destacando la empatía y la conexión humana como competencias insustituibles.

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