Por Rafael Torres. El PP ha soltado el hueso de la Amnistía para coger el de Ábalos, que se lo debe figurar más jugoso. Bueno, jugoso, lo que se dice jugoso, no puede ser nunca un hueso, pero este del caso Koldo lleva, ciertamente, más hebras de carne pegadas. No obstante, lo de poner nombre a una de esas hebras, a la más gorda, traspasa los límites de la bronca que del PP cabe esperar ante un asunto como este: a la hebra más carnosa la llama, sin cortarse un pelo y, desde luego, sin la menor sujeción al raciocinio, Pedro Sánchez. Koldo García, por lo que vamos sabiendo, podía ser cualquier cosa menos un hombre en quien confiar, y, sin embargo, algo debió ver en él José Luis Ábalos cuando era ministro para hacerle su hombre de confianza. De mucha confianza, de tanta que no solo le designó su asesor, sino, acaso en la confianza de que sabía muchísimo de transporte ferroviario de mercancías, consejero de Renfe, momio que el agraciado conjugaba, por lo demás, con su pensión de incapacidad permanente. Koldo era su asesor, su chófer, su asistente, su sombra, su escolta, su amigo, que hasta le preparaba fiestas sorpresa de cumpleaños y, si alguna vez desconfió de él, como ha insinuado que debió hacerlo cuando recibió pésimos informes sobre la criatura, desconfió poco, prácticamente nada. Mientras la gente se moría, cientos cada día durante lo peor de la pandemia, los Koldo se forraban con las mascarillas. Hubo muchos dedicados a esa sórdida industria del pelotazo comisionista, no solo este o los que acuden enseguida a la memoria, el hermano de Díaz Ayuso o los Medina y Luceño que accedieron al departamento de compras del Ayuntamiento de Madrid a través de un primo del alcalde. Eran momentos de caos, de necesidad imperiosa de material sanitario, pero los que andaban cerca de la administración, esos que siempre andan demasiado cerca y aun por lazos de amistad o familiares, fueron los que saquearon a base de bien las arcas públicas con la historia de las contrataciones de urgencia, el “Ábrete Sésamo” de esa infame patulea. Koldo estaba allí, demasiado cerca. Del ministro Ábalos, concretamente. Este hueso lleva, sin duda, muchas hebras de carne pegadas, de carne putrefacta. El PSOE lo está pagando con Ábalos, y el PP debería, antes de ponerle a la más gorda el nombre del presidente del Gobierno, palparse la ropa.
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