superconfidencial

La moda

Cuando volvieron a aparecer los tenis, pero fuera de las pistas deportivas, la moda orientó la población hacia ellos. Fueron un boom –han decaído algo en beneficio del corcho-. Ahora los yuppies de andar por casa se visten con su terno y van en tenis. Y ellos creen, además, que se trata de un signo de distinción. En Nueva York, desde la noche de los tiempos, las chicas ejecutivas y las secretarias de Park Avenue circulan con su traje de chaqueta, sus tenis puestos, sus medias y en el bolso llevan los zapatos de tacón picudo. Antes de entrar en la oficina, se sientan en un banco y se cambian las deportivas por el zapato chupamelapunta de tacón y entran a los enormes edificios, tan elegante ellas. A mediodía, al revés. Salen con su bocata, se sientan, ya en tenis, en las escaleras de iglesias, librerías y museos y se zampan el bocadillo. Como los hombres van al trabajo en tenis y flu no les hace falta tamaño trajín, sino que sólo se tienen que afeitar con esas máquinas racionadoras de pelambrera que venden ahora, que hasta se pueden meter en la piscina o en la misma ducha y en este último caso realizan tres o cuatro tareas al mismo tiempo: afeitarse el escroto, las ingles, el pecholobo y la barba en un santiamén. Las modas son la leche y perviven unos años; luego cambian. Como aquella vez que a los tíos les dio por ponerse vaqueros rotos de mendigos y por la parte alta una chaqueta de Zegna y corbata de Ferragamo, además de una camisa comprada por 500 dólares en Bergdorf Goodman, en la Quinta, al ladito del Plaza. Son cosas que parecen incomprensibles, pero que se aceptan y se valoran como signos de distinción. Boberas.

TE PUEDE INTERESAR