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Una meada en la TF-5

Un conductor desesperado se apeó de su vehículo durante una cola interminable en la TF5 (autopista del norte) para echar un meo. Hace meses, les conté que me había comprado una botella/urinario de hospital (boca ancha) que llevo en el coche, por si las moscas. Confieso ahora que la he tenido que usar varias veces, porque, a esta edad, uno casi nunca es dueño de sus desagües. Recomiendo a Tráfico, una dirección general a la que le encanta prohibir y pedir cosas a los conductores, que haga obligatoria la botella en las autopistas canarias. Es decir, que los agentes de la Benemérita, si le paran a uno, pregunten primero que nada si lleva la botella. Y, si no, al calabozo. El señor que se bajó a orinar en la cola tiene toda mi simpatía, porque no hay nada peor que mear dentro del coche y chapotear en ruta. Lo de las colas no se va a solucionar porque hay más coches que asfalto y el arreglo tampoco se espera, por mucha imaginación que le hayan echado los mismos políticos que hicieron de las colas batalla electoral. Las botellas son un alivio para las aguas menores; para las aguas mayores, los pañales y pinzas de la ropa para las narices de los pasajeros. Esto no tiene arreglo, pero todo el mundo sigue comprando automóviles y los viejos no se jubilan porque no existen planes atractivos para que la gente que los entrega se vea primada en las chatarras. Parece mentira que una botella de plástico sea capaz de aliviar a miles de personas y también parece mentira que la solución fisiológica la haya inventado yo, que no tengo puta idea de circulación rodada, ni de engorde de próstata. Por mi invento tampoco me van a dar el premio Canarias, pero compren la botella. Se sentirán seguros, se sentirán bien.

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