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El primer pueblo colombófilo del país está en Tenerife

El Ayuntamiento de Adeje instaló en 1986 cinco palomares; el municipo sureño es pionero en la cría y adiestramiento de estos animales
Juan Manuel y Jorge, dos de los dueños de los palomares. | Fran Pallero

El pueblo colombófilo de Adeje es único en su especie. Nunca mejor dicho. La colombofilia es un mundo muy especial. El nombre que recibe este adiestramiento procede de la palabra latina columbus, que significa paloma. En su definición, esta práctica aborda al conjunto de técnicas y conocimientos relativos a la cría de palomas para convertirlas en mensajeras. Esta tradición deportiva milenaria se instauró en España de forma oficial como tal, tras la fundación en 1894 de la Real Federación Colombófila Española. Su primer presidente, el comandante Pedro Vives y Vich, fue uno de los pioneros de la aerostación y la aviación, militar y civil. Curiosamente, Vives desarrolló un papel relevante en la instalación del observatorio de Las Cañadas del Teide, a principios del siglo XX. En el contexto de Canarias, las Islas tienen una gran cultura en este ámbito y en el caso de Adeje, la localidad sureña fue precursora de esta práctica.

Las palomas han sido las mensajeras de un sin fin de sociedades. Su gran capacidad física para hacer largos vuelos y su aptitud para recordar rutas aéreas, han amenizado el trasvase de información de una punta a otra del planeta. Desde la Antigüedad se conoce el uso de este animal como medio de comunicación. Los antiguos griegos las usaban para transmitir los nombres de los ganadores de los Juegos Olímpicos, mientras que las legiones romanas mantenían palomares que daban cobijo a estas aves.

Por si fuese poco, oficialmente han llegado a existir servicios de correo regulares por medio de palomas mensajeras, como los de Reuters. A principios del siglo XX, en Inglaterra, se las utilizaba para comunicar los resultados al descanso y al final de los partidos de fútbol. Un recurso que hacía la vida más fácil a los periodistas de la época.

UNA TRADICIÓN EN CANARIAS

La colombofilia, en la época de las pantallas, redes sociales y tecnología, es una práctica deportiva que está perdiendo su influencia en las Islas. En sus años dorados, las palomas surcaban los cielos del Archipiélago recorriendo cientos y cientos de kilómetros y multitud de familias disfrutaban de este deporte tan arraigado en la cultura canaria. Esta tradición ha sido transmitida en toda la geografía canaria de generación en generación, como en el caso de Valentín González, presidente del Club Colombófilo de Adeje. ”En la actualidad hay más de 300 clubes colombófilos en España y más de 25 en la Isla”, declara el palomero natural de Los Realejos.

La colombofilia en Canarias lleva siendo un deporte muy extendido desde principios del siglo XX, sobre todo es muy usual en el norte de Tenerife. En el año 1986, el Ayuntamiento de Adeje ordenó la creación del que es el primer pueblo colombófilo de España. Este lugar se encuentra en el Barranco de las Torres. Esta zona fue habilitada por la administración adejera para dar cobijo a las palomas.

“Son como atletas. Estos animales tienen unas condiciones únicas. Pueden llegar a vivir hasta 14 años, vuelan en línea recta hasta 1400 kilómetros y tienen una capacidad de orientación única”, explica González. Lo cierto es que estas aves, apestadas en ocasiones, cuando están en cautiverio y se las utiliza para prácticas deportivas, desarrollan capacidades desconocidas por la gran mayoría.

Para la ciencia, las palomas han sido un animal digno de estudio. Su capacidad de orientación en ocasiones es comparada con una brújula. Valentín González declara que “si sueltas una en Casablanca, puede volver volando a su lugar de origen”. Estos pájaros son “como una aguja magnética”, sintetiza el adiestrador. Eso sí, no todas vuelven a su palomar

“Tras cada suelta, si compiten 80, vuelven 20. Muchas se pierden y al fin y al cabo, las que alcanzan el punto de llegada son las más aptas. Es una especie de criba. Vuelven las mejores”, detalla.

Juan Manuel en su palomar mirando sus especímenes. | Fran Pallero

LA COMPETICIÓN

Sardina es el punto de partida predilecto por los colombófilos de Tenerife: “También hemos hecho varias competiciones saliendo desde el muelle de Gran Canaria y Fuerteventura, aunque desde Sardina hemos notado que el animal se ubica mejor”. Para iniciarse en una competición, cada paloma supera el “día del enceste” y cada colombófilo prepara la suya.

El “día del enceste” es el kilómetro 0 de la competencia colombófila. “Tras esto, se les detecta unos microchips que les ponen en las patas justo antes de que inicien la competición para poder certificar correctamente los kilómetros recorridos”, expone González.

Ya finalizado este proceso, el animal es soltado y las palomas realizan su vuelo. “Nosotros nos quedamos esperando en nuestros palomares. Hablamos con los otros colombófilos por whatsapp. Sacamos cervezas, comemos algo y esperamos la llegada de nuestros especímenes. No sabes la felicidad que da ver llegar poco a poco a tus palomas”, resume el realejero.

La “antena de comprobación” es un dispositivo esencial ubicado en el lugar de llegada durante las competiciones. Esta antena está diseñada para registrar la hora exacta en que una paloma llega al destino predeterminado. Funciona en conjunto con el microchip colocado en la pata de la paloma y esta contiene información única de identificación. Cuando la paloma pasa por la antena de comprobación, el sistema lee automáticamente el microchip y registra la hora de llegada.

En los torneos de velocidad, las palomas compiten en diferentes distancias. “Por ejemplo, una competición típica de velocidad podría tener una distancia de alrededor de 290 kilómetros, como el trayecto entre Fuerteventura y Lanzarote”, explica el presidente. Estas carreras desafían la capacidad de las palomas para alcanzar altas velocidades y regresar a su punto de origen en un tiempo récord. Por otro lado, los torneos de medio fondo implican distancias más largas, que generalmente oscilan alrededor de los 340 kilómetros.

Los torneos de fondo y gran fondo representan los mayores desafíos para las palomas mensajeras, ya que implican distancias significativamente más largas y una resistencia extrema. Un ejemplo destacado sería la ruta desde Arrecife, en Lanzarote, hacia Cádiz, una distancia que puede superar hasta los 1.000 kilómetros.

Las palomas de Jorge saliendo del palomar para entrenar. | Fran Pallero

LAS ESPÍAS CON ALAS

Si bien estas aves son utilizadas con fines recreativos que promueven el deporte y sirven de ocio para muchas personas, también hay un lado oscuro. El motivo de la cría y educación de las palomas no es otro que convertirlas en mensajeras. Esto, con todo lo bueno y malo que conlleva. Las palomas tienen la capacidad para recorrer distancias y en muchos contextos como en una guerra, permite comunicarte con tus tropas o campamentos.

Es por ello que las palomas han sido declaradas como “material bélico” por multitud de naciones (entre ellas España). Su uso en el campo de batalla ha roto la balanza en muchos conflictos. Estos “informantes con alas” tuvieron su apogeo en la Segunda Guerra Mundial. Inglaterra creó el batallón nacional de palomas en dicho conflicto y se ha calculado que se desplegaron entre el 1939 y el 1945 un número cercano a 250.000 aves. Alemania, al tener constancia del recurso de los aliados para mantenerse en contacto, decidió crear un escuadrón para contrarrestarlo: el Batallón de los Halcones.

Este batallón estaba compuesto por halcones que en esencia, son el mayor enemigo de las palomas. En ocasiones se habla de que en la Segunda Guerra Mundial hubo dos guerras: la primera, librada por los aviones aliados contra la Luftwaffe alemana y la segunda, mucho menos conocida, la protagonizada por las palomas contra los halcones del Tercer Reich.

Esta medida ocasionó grandes bajas en los palomares aliados, ya que sus informantes fueron aniquiladas por las carroñeras tropas voladoras alemanas. Por la gran labor de estos espías, los británicos le entregaron a Mary, en 1945, la medalla Dickin. Antes de la máquina enigma, el dispositivo alemán que mantuvo una comunicación secreta y permanente entre los generales alemanes, todo era más simple. Las palomas eran el medio de comunicación.

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