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La Fiscalía tinerfeña alerta sobre las agresiones sexuales en Infantil y Primaria

Tras la inauguración de las Jornadas celebradas ayer bajo el epígrafe Menores y nuevas tecnologías. Adicciones, pornosocialización, salud mental y conducta infractora, el primer ponente en intervenir fue el catedrático de Psicología de la Universidad de La Laguna Juan Capafons, quien explicó que los padres y los profesores tienen que tutorizar el uso de las nuevas tecnologías para que no se haga una mala utilización de ellas.
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Hace tiempo que se conocen los terribles perjuicios que tiene, tanto para la salud mental como para la convivencia social, el mal uso de la pornografía propagada espectacularmente gracias a las nuevas tecnologías, pero ayer fue la fiscal de la sección de Menores de Santa Cruz de Tenerife, Marta Dávila, quien aportó un ejemplo evidente de los mismos, al desvelar que se han registrado agresiones sexuales entre alumnos de Infantil y Primaria, así como que hay niños de ocho años que “consumen porno”.

Dávila realizó tales manifestaciones en su conferencia impartida con motivo de las jornadas Menores y nuevas tecnologías. Adicciones, pornosocialización, salud mental y conducta infractora, organizadas por la consejería de Bienestar Social del Gobierno de Canarias y en las que ahondó sobre este problema social de nuevo cuño al detalllar que, en algunos casos, ni siquiera es porque tales menores tengan un dispositivo móvil a su disposición, sino porque “en casa se consume porno” y “copian” las “prácticas inadecuadas” de los adultos.

En declaraciones recogidas por Europa Press, la fiscal no se limitó a denunciar el problema, sino que ofreció soluciones tales como recomendar a los padres vigilar “las relaciones tecnológicas de sus hijos” sin perder de vista la intimidad del menor y, aunque es consciente de que hay actitudes que merecen un “reproche penal”, también entiende que hay que analizar las “carencias” que les han llevado a una “adicción a las pantallas, a no querer ir a clase o a un absentismo escolar crónico”.

Lejos de rehusar polémicas, la fiscal no dudó en considerar “absurdo” prohibir el uso de los teléfonos móviles entre los menores, pero sí “limitar”. En ese sentido, dijo no entender la orden de la consejería de Educación de prohibir los móviles en los centros, pero, al mismo tiempo, deja la decisión a los centros o que los alumnos los lleven si están apagados. “Le estamos faltando a la autoridad que ha puesto la norma”, agregó.

“Si nosotros tenemos un menor a nuestro cargo, no le vamos a dar un cuchillo para que haga daño a otro. Nosotros lo que intentaremos es enseñarle un uso responsable de ese instrumento peligroso. El cuchillo por sí mismo no es peligroso porque me sirve para cortar pan, pero el cuchillo en sí mismo sí puede ser un método de comisión del hecho delictivo”, resumió la servidora pública a modo de ejemplo.

Como corresponde a una sólida formación en el Derecho Penal vigente, la fiscal insistió especialmente en evitar los discursos de “castigar” porque cree en las “segundas oportunidades”, tanto entre los padres como en los menores, y detalló cómo un joven, con grandes habilidades digitales y que había tenido casos de mala conducta, fue derivado a un ayuntamiento del sur de Tenerife y acabó “trabajando y todo el mundo encantado con él”. Asimismo, instó a trabajar “entre todos” para resolver los problemas de los menores y la posible adicción a las pantallas, poniendo sobre la mesa, a modo de receta, “rutinas y límites”. “Si es que, de hecho, los menores desean que les pongan la rutina, porque más allá de eso es cuando suelen desviarse”, recalcó.

La fiscal apeló, en definitiva, a “evitar que los jóvenes se críen con las pantallas” y tiene claro que, si se consolida la “nana digital” en algún momento, “ese apego no va a ser seguro”.

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