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Chucho Valdés: “Libertad para irte con la imaginación todo lo lejos que te sea posible: eso es el ‘jazz”

El pianista cubano inaugura el 5 de julio, en el Auditorio de Tenerife, el 33º Festival Internacional Canarias Jazz & Más, con una formación que conmemora los 50 años de Irakere
El pianista y compositor Chucho Valdés (Quivicán, Cuba, 1941). / Innercat

Heredero de una fantástica tradición musical -y a lo mejor nos estamos quedando incluso algo cortos-, la que ayudaron a construir los cubanos Mario Bauzá, Machito y Chano Pozo, y que deslumbró, por ejemplo, a los ya auténticamente deslumbrantes genios del bebop Charlie Parker y Dizzy Gillespie, y a los también referenciales, cada uno con su forma de ser y de hacer, Harry Edison, Buddy Rich, Tito Puente, Chico O’Farrill, Stan Kenton…, el pianista y compositor Chucho Valdés (Quivicán, Cuba, 1941) ha dedicado toda su vida al jazz, a eso que nos gusta etiquetar como jazz latino, o, en su caso, jazz afrocubano. Y eso de dedicar toda una vida a algo no es, no puede ser, una frase hecha si hablamos del hijo del también grande Bebo Valdés (1918-2013). Esa semilla africana que germinó y extendió sus raíces por América, que se expresa en español, en inglés y en spanglish, Chucho Valdés la ha cuidado desde la infancia, desde que, como recuerda en esta entrevista con DIARIO DE AVISOS, con solo tres años ya tocaba el piano y recibía las primeras enseñanzas de su progenitor.

“Vamos pa’llá a gozar”, subraya Chucho Valdés durante la charla con este periódico en relación a su visita al Archipiélago, el próximo mes de julio, cuando el día 5 inaugurará la trigesimotercera edición del Festival Internacional Canarias Jazz & Más en el Auditorio de Tenerife, para luego, los días 6 y 7, actuar en Lanzarote, en el Auditorio de Jameos del Agua, y en Gran Canaria, en el Teatro Pérez Galdós. El artista cubano recala en las Islas con Irakere 50, un espectáculo que conmemora justo eso, el medio siglo de la orquesta que llevó el jazz afrocubano a un nuevo territorio -estaremos de acuerdo en que lo único inmutable en el jazz, como en otras tantas cosas, es precisamente su naturaleza cambiante-, un proyecto sin complejos que no dudó en agregar a esa raíz el bop, sonidos eléctricos, la música académica, el rock o las melodías populares.

-El 5 de julio abre el 33º Festival Internacional Canarias Jazz & Más en el Auditorio de Tenerife. Tradicionalmente, las Islas han sido consideradas la puerta de entrada de la música latina en Europa. ¿Cómo describiría la propuesta musical con la que ahora viene al Archipiélago?
Irakere 50 conmemora, como dice su nombre, el medio siglo del grupo, quizás una de las formaciones más importantes de la segunda mitad del siglo XX en el jazz latino. Compartir este aniversario en Canarias con todos ustedes va a ser un honor. Cuando nos subamos al escenario, vamos a tirar con todo”.

-Si echa la vista atrás y contempla la trayectoria de Irakere, ¿cuál ha sido la mayor aportación de esta reunión de músicos y esa forma de aunar la tradición afrocubana con el deseo de recorrer nuevos territorios?
“A mi juicio, Irakere ha renovado las raíces. Les ha dado una nueva fuerza y las ha llevado a unirse a la cultura en general, a vincularlas a elementos universales que las enriquecen y, al mismo tiempo, las hacen más contemporáneas”.

“Irakere ha renovado las raíces musicales, les ha dado una nueva fuerza y las ha llevado a unirse aún más a la cultura en general”

-Los sonidos latinos, en un proceso que se intensificó a partir de los años 40 del pasado siglo, forman parte de eso que hoy muchos coinciden en llamar el canon del ‘jazz’. Dentro de ese itinerario, Irakere supuso un punto de inflexión. ¿Resultó complicado al principio mostrar al gran público la música que deseaban hacer?
“Como apunta, el jazz latino empezó a consolidarse mucho antes del nacimiento de Irakere, en la década de los 40, con Chano Pozo, con Mario Bauzá, con Dizzy Gillespie… Ellos, de alguna manera, crearon e impulsaron este estilo. Luego, a través del tiempo, nosotros fuimos tomando todo ese legado, esa raíz musical afrocubana, al igual que hizo mi papá [Bebo Valdés], y logramos renovarlo, y quiero creer que también enriquecido. Para ello recurrimos incluso a elementos de la electrónica y a influencias de la música americana y europea, de todo aquello que nos resultaba valioso para aplicar a nuestra forma de entender la música”.

-En una industria musical que no ha dejado de transformarse, donde los discos en formato físico han dado paso desde hace años a lo digital. ¿Cómo contempla hoy en día Chucho Valdés no solo la creación, sino la difusión del ‘jazz’?
“Los medios digitales han facilitado, sin duda, la difusión del jazz y de la música en general. Ya no es necesario trasladarnos hasta un lugar donde venden discos de vinilo o compactos para hacernos con la música que más nos interesa. Desde el mismo teléfono móvil podemos disponer de esa música, y eso es una gran ventaja. No obstante, a mí personalmente me sigue gustando mucho el disco en formato físico. Pero, bueno, pertenezco a otra generación. Mis hijos, mi familia en general, suelen escuchar la música en digital, que es lo propio del siglo XXI, la manera más sencilla de que la música llegue a más lugares”.

“Me interesa ver cómo el público recibe la música que le presento; por suerte, siempre hemos coincidido en nuestros gustos”

-Su amplia carrera musical habla por sí misma. Y, sin ninguna duda, habla muy bien de usted. ¿Qué representa continuar subiéndose a un escenario para compartir la música?
“Siempre me resulta emocionante hacerlo. Gracias a Dios, en cada ocasión he podido traerle a la gente nuevas propuestas, nuevas ideas. Cada vez que actúo, siento la curiosidad de ver cómo son recibidas por el público. Está claro que una cosa puede pensar el creador acerca de su música y otra muy distinta quienes la escuchan. Por eso yo me siento muy afortunado ante el hecho de que hasta hoy hemos coincidido siempre. Eso hace que me encuentre bien cómodo en cada uno de mis conciertos”.

-¿Es muy diferente la experiencia de actuar en solitario a hacerlo arropado por un conjunto de músicos como los que le acompañan en esta gira?
“Es absolutamente distinto y, al mismo tiempo, es reconfortante siempre. Por un lado, está el desafío de ver si tú solo puedes levantar la misma energía que levantas cuando te acompaña una banda grande. Sentarte solo ante un piano en un gran teatro, que no se vaya de allí ni una sola persona antes de que acabe la actuación, que todas sigan pidiéndote más y más, es todo un reto… Son sensaciones diferentes, porque con la banda, por supuesto, es más fácil: hay más solistas, estás más arropado, el sonido es más grande… Tocar el piano, sin ningún otro acompañamiento, es mucho más íntimo, pero en ambos casos siempre es una maravilla hacer música”.

“Mi padre me enseñó la disciplina y el respeto hacia la carrera musical, a no dejar de trabajar y a buscar cada día la inspiración”

-¿Qué caminos le gusta explorar en la actualidad a Chucho Valdés con el ‘jazz’?
“Hace unos pocos años compuse una suite, La Creación, que se inspira en la historia de la llegada africana al Caribe, a América. En esa obra figuran todas esas raíces musicales que han resultado tan enriquecedoras, incluyendo al jazz, que también es música afroamericana. La suite se ha presentado en las mejores salas del planeta y ha tenido mucho éxito. La crítica se ha pronunciado de forma maravillosa y la aceptación del público ha sido tremenda. También ahora tengo la idea de comenzar un nuevo proyecto, para el año que viene, denominado Afro Cuban Jazz Symphonic. Ya he compuesto varias obras y confío en que esta nueva experiencia, esta nueva exploración, también sea muy positiva, tanto para mí como para el público que tenga la oportunidad de escucharla”.

-¿Cuál es la principal enseñanza en la música que recibió de su padre, Bebo Valdés?
“Mi padre me educó en la música desde muy niño. A los tres años, ya yo tocaba el piano de oído. Poco después, él ya me enseñaba y compartía su experiencia conmigo. Lo primero que me mostró fue la necesidad de ser disciplinado en el trabajo, la seriedad y el respeto hacia mi carrera musical si es que realmente estaba decidido a seguir ese camino. A partir de ahí, esas enseñanzas siempre han sido mi base, mi forma de entender y desarrollar este arte, la manera en la que he intentado conducirme por el mundo de la música. El trabajo, mucha disciplina, hacer las cosas como son, y, sobre todo también, el no dejar de buscar la inspiración”.

-Y cuando colabora con músicos de generaciones más recientes, ¿qué intenta transmitirles?
“Yo les transmito, pero ellos me transmiten mucho también a mí. Por encima de todo, les ofrezco mi experiencia y mis conocimientos, mientras que las nuevas generaciones me muestran cosas que están formando parte de la música de su tiempo y que yo, por supuesto, las adopto en mi música, las hago mías a su vez. Se trata de trabajar en conjunto: yo aprendo muchísimo y ellos también agradecen las enseñanzas que yo pueda brindarles. Es una especie de retroalimentación musical”.

“Los artistas de las nuevas generaciones me muestran cosas de la música de este tiempo y yo las adopto en la mía”

-¿Qué tiene el ‘jazz’, que pese a todas las modas, los avatares del tiempo y los estilos que van llegando, nunca pierde su vigencia y sigue encantándonos?
“Una de las maravillosas cualidades del jazz es que se trata de una música que te ofrece la libertad de llevar la imaginación todo lo lejos que tú puedas llevarla. Por ejemplo, te encuentras ante un tema musical determinado, concreto, y puedes irlo transformando continuamente, conforme a lo que te dicte esa imaginación tuya. Eso es algo muy emocionante. Especialmente, cuando hacemos música y en cada ocasión el resultado es distinto, cada vez que la hacemos observamos nuevos parámetros, nuevos caminos… No te aburres nunca. Eso es el jazz”.

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