alto voltaje

Grotesco ridículo del Club Deportivo Tenerife en la campaña más cursi y pretenciosa para captar abonados

El señor Rivero y su equipo de gestión deberían hacérselo mirar

A perro flaco todo son pulgas. Está claro que el cachorro se llama Club Deportivo Tenerife, y nos preguntamos si la mala suerte sabe que existen otros equipos de fútbol con los que cebarse, porque el nuestro no gana para disgustos.

Inmerso en una crisis accionarial sin precedentes, con un grupo de empresarios locales intentando echar de la entidad al accionista foráneo que ellos mismos metieron en nuestra sagrada casa, como si no supieran, desde el primer momento, que era un lobo con piel de cordero. Guárdenme un cachorro de cada uno de ellos. De todos.

Por si la desgracia fuese insuficiente, ahora esas mentes preclaras que dirigen nuestro Tenerife, empezando por su presidente, Paulino Rivero, no tienen otra ocurrencia que poner en circulación una campaña publicitaria para la captación de abonados que, con claridad, podemos definir -siendo extremadamente generosos- como pretenciosa, irrisoria, grotesca, extravagante y hasta absurda, con la que el club y su dirección se consagran en la catedral del gran ridículo. Ignoramos quién habrá parido esta cursilada y cuánto ha costado producirla.

Con el eslogan de Amor eterno, una novia en el altar deja plantado a su casi esposo porque descubre que lleva una pulsera de la UD Las Palmas. Abandona el lugar como alma que lleva el diablo para encontrarse inmediatamente con una señora y fundirse con ella en un apasionado beso de tornillo. Fin de la historia.

El señor Rivero y su equipo de gestión deberían hacérselo mirar. Con esta burda trama a lo Thelma y Louise o Novia a la fuga, nuestra afición no va a mover un dedo por el club. Si de verdad quieren despertar emociones, dejen de jugar a cineastas de medio pelo o creativos de copia y pega. Dedíquense a poner orden en esa casa, que no es la de ustedes, sino la de todos los tinerfeños blanquiazules, y dejen de tomar el pelo a la sufrida afición, que ya bastante tiene, con las excusas de que el balón no quiera entrar en la portería contraria.

Tengan un poco de vergüenza.

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