tribuna

Vuelve el “váyase, señor González”

Aznar lanzó su “váyase, señor González” en el debate del estado de la nación de 1994, y Feijóo hizo otro tanto esta semana contra Sánchez en el Congreso (“déjelo ya”), como si España no se hubiera movido del sitio en 30 años. Feijóo ha sacado la muletilla del arcón, como un guiño al jerarca de la derecha en la sombra.

En la biblia del PP ese anatema es un mascarón de proa. Un gesto cómplice con el primer presidente de la derecha, que ejerce una autoridad moral en el partido tras distanciarse en tiempos de Rajoy y renunciar a su presidencia de honor. Sigue vacante, por cierto, salvo que Feijóo se la ofrezca de nuevo.

Sánchez vio entrar el miércoles al hemiciclo a un Feijóo impostado, tras el agridulce domingo europeo, bajo una sobreactuada salva de aplausos de toda su bancada puesta en pie, y le espetó: “Enhorabuena, porque ha logrado que los suyos le permitan continuar al frente del partido”.

En Francia ha ocurrido algo esperpéntico. Éric Ciotti, líder de la derecha tradicional (Los Republicanos), ofreció matrimonio electoral a Marine Le Pen para las legislativas convocadas por Macron para este mes tras imponerse la ultraderecha en las europeas. Ciotti no contaba con la conformidad de los suyos, iba por libre, cambió la cerradura de la sede del partido y se enrocó. La ejecutiva terminó expulsándolo. Solo le faltó encadenarse en la puerta y lo que queda de él es un hombre empecinado: “Sigo siendo el presidente”, brama por los poros de su cabeza completamente calva confiando en los tribunales.

Hasta ahora, Feijóo se ha quedado en amagos de desacato (dejarse tentar por la amnistía a Junts para la investidura o pedir en Tenerife “un nuevo encaje” para Cataluña) y le persigue la sospecha de la ambición de Ayuso, además del síndrome de Rajoy, el posible desafecto de Aznar, el padre de aquel eslogan fetiche de los años 90, “váyase (o ‘vayasé’), señor González.”

Feijóo se debate entre recuperar su imagen moderada o reafirmarse como un radical de derechas (“las tres ultraderechas”, según Sánchez, serían Feijóo, Abascal y Alvise). Cuando en Europa algo se ha movido y Manfred Weber (líder del PPE) es partidario de contar con Meloni, la ultraderechista italiana. Feijóo ve por los ojos de Weber.

Hay un año que estremece a los aurigas que conducen la cuadriga de Europa. Cuando llegue 2027: habrá elecciones presidenciales en Francia, Macron no podrá presentarse y Marine Le Pen espera entrar por la puerta del palacio del Elíseo. ¿Quién estará en la Casa Blanca? ¿Seguirá Putin en el Kremlin? Dos mujeres, Von der Leyen (virtual presidenta de la CE) y Le Pen se verán las caras. Es el retorno a la Europa de hace un siglo. El “váyase” (o mándese a mudar, de Braulio, traducido al canario) hallaría entonces su caldo de cultivo.

Aznar, hace 30 años, asediaba a Felipe González tras el caso Filesa de corrupción, el de Mariano Rubio, gobernador del Banco de España, y la pieza estelar, Luis Roldán, director de la Guardia Civil. El delfín de Fraga estaba ansioso por que su partido debutara en la Moncloa tras la muerte de Franco y la Transición.

“Váyase, señor González” nació como grito de guerra en el primer aniversario del fiasco de las elecciones del 93. Feijóo calca los tiempos con su “déjelo ya” a Sánchez: está a punto de cumplirse un año del 23J, la Gran Decepción. Felipe González instauró, tras un decenio en el poder cuando parecía eterno, la idea de “ganarle a las encuestas”. Sánchez revalidó ese título el 23 de julio del año pasado. De tal modo que las dos pesadillas del PP han sido la de 1993 y la de 2023: el coro demoscópico le jugó una mala pasada en ambas ocasiones.

Treinta años más tarde, la sombra de Aznar sigue siendo alargada en el partido que heredó de Fraga (tras la efímera etapa de Hernández Mancha) en el congreso de su famosa carta de lealtad con una dimisión sin fecha, que el patriarca rompió pública y generosamente.

Copiar a Aznar por parte de Feijóo es también un acto de lealtad, una rogativa para merecer su indulgencia hasta que Sánchez convoque elecciones (acaso pronto, vaticina Aitor Esteban, si se repiten las catalanas, pero ¿qué líder se pega un tiro en el pie?), hasta llegar, como sea, a la Moncloa, aun por veredas de fango, que tiempo habrá de limpiarse las botas.

En 1994 (tras unas europeas como ahora), Aznar acuñó esa oración parlamentaria: «Váyase, señor González, hágale un favor a España y váyase». Además, le acuso 49 veces de ser el “responsable”. Feijóo, tras el 22-20 del 9J, ha usado con Sánchez miméticamente (y acaso milimétricamente) la chuleta de Aznar con la misma coletilla: “Déjelo ya, sea usted responsable”. Amén de envolver el ataque ad hominem con la manida tacha de un supuesto Gobierno “acorralado por la corrupción” (letra por letra, el argumento de Aznar contra González).

España ahora no tiene nada que ver con aquella de la motorola de Txiki Benegas, la de ETA y el Gal, en pleno cruce de balas y descorrimiento de velos. Ahora el fuego en Ucrania y Oriente Próximo podrá agitar la política, pero el terrorismo está enterrado y no le han dado una paliza a ningún diputado como en la Cámara italiana.

Solo en la franja de Madrid se libra la guerra por otros medios, pero esa es harina de otro costal.

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