tribuna

De hierro y oro

Tiene lugar estos días en nueva York la sesión plenaria de la Asamblea General de la ONU en la que, como cada año, se hace repaso de la situación del mundo. Destaca en el programa la cumbre de la próxima semana en la que los líderes mundiales debatirán sobre soluciones multilaterales para, según la Organización, “forjar un nuevo consenso internacional sobre cómo mejorar el presente y salvaguardar el futuro”, que, previsiblemente, incluirá la situación que sufre el Sahel, región de procedencia de la mayoría de los miles de personas que, con el miedo clavado en la mirada, llegan en cayucos a la isla de El Hierro huyendo del hambre y de la guerra.


Es un drama que nos interpela a todos: a cada uno de nosotros, a los partidos, a Canarias, al conjunto de España, a la Unión Europea y a Naciones Unidas. Nadie debería ser indiferente ante tanto dolor ni utilizar este problema humanitario como baza o argumento en el ámbito de la política. Y, sin embargo, la aciaga peripecia de estos parias es también ocasión para prolongar la bronca y tirarse los trastos a la cabeza los partidos políticos, empeñados en subrayar sus diferencias en vez de buscar puntos de acuerdo para solucionar el problema. Verbigracia, los cambios en la Ley de Extranjería que propuso el Gobierno en julio pasado no los apoyó el PP, que ahora propone prácticamente lo mismo y parece no satisfacer al PSOE.


El problema de la emigración no tiene una solución fácil y requiere una política común europea. Viajar a otros países para ver cómo frenan la llegada de inmigrantes, como ha hecho Feijoo, es tan efectista e innecesario como la pataleta que le ha dado al PSOE porque el presidente de Canarias, agobiado por la situación, ha buscado un atajo con su socio de gobierno en el Archipiélago. Se entiende el nerviosismo de Clavijo y su empeño en obligar al Gobierno a actuar, pero no debería complicar la situación decretando más burocracia, que solo serviría para aumentar el dolor de las víctimas, especialmente de los niños, como ha señalado la Fiscal Superior de Canarias.


Se desesperan los presidentes de Canarias y de Ceuta porque no saben qué hacer para que PSOE y PP remen en la misma dirección y para que las buenas palabras de sus colegas de otras autonomías se traduzcan en hechos a la hora de acoger inmigrantes. Se topan, por el contrario, con la xenofobia de Vox, con la incomprensible inhibición del PP para reformar la Ley de Extranjería, con un PSOE que se pone estupendo y ahora no quiere sentarse con el presidente Clavijo porque este se entiende con el PP, y con la deplorable actitud de los partidos independentistas, que escurren el bulto ante el problema. Un caos que solo podría solucionar un pacto de estado de los dos partidos mayoritarios, pero parece que no caerá esa breva.


El terrible vía crucis que padecen tantos miles de personas hasta llegar a España es la punta del iceberg de la tragedia del Sahel, que es un territorio sin ley, una región convulsa no muy lejos de España (El Hierro está más cerca de Mali, por señalar un territorio del Sahel, que de Madrid), asolada por problemas de toda índole: hambrunas, guerra, terrorismo, tasas de natalidad inmanejables, migraciones masivas, refugiados… donde China extiende su presencia económica y comercial y Rusia toma posiciones, con despliegue de efectivos militares, para ganar influencia, explotar los recursos naturales y proteger mercados para la venta de armas.


El impacto del valor solidario -voluntad de hierro y corazón de oro- de la acogida que vemos en La Restinga y en otros enclaves de las costas de Canarias y la congoja que produce el estado en que llegan los inmigrantes concentran la atención de los focos y dejan en penumbra lo que hay detrás, no solo mafias que explotan el dolor y viven del sufrimiento de estos desheredados de la Tierra, sino la situación del Sahel, que es una seria amenaza para la seguridad occidental y cuya solución no está en la mano del Gobierno. Pero, ojo, este problema de fondo no puede justificar que el resto de España mire para otro lado y deje solas a Canarias, Ceuta y Melilla, ni que el PSOE y el PP no se pongan de acuerdo para aprobar una política migratoria común. La situación es insostenible. Que venga el Papa y lo vea.

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