Una de las dos acusadas de agredir a una joven de La Orotava a la que clavaron una cuchara en el ojo izquierdo, admitió ser la autora de lo que ella misma reconoció como “una salvajada, una brutalidad”, que atribuyó a sufrir trastorno límite de personalidad y haber bebido y tomado tranquilizantes en aquella jornada.
En el juicio que se ha celebrado hasta este miércoles en la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife, se las acusa de robo, lesiones, retención ilegal y ataque a la autoridad, y acabó con la declaración de las dos acusadas.
Las dos respondieron únicamente a preguntas de su abogados y aseguran que acudieron al cuarto de aperos en el que vivía la víctima para recuperar unos objetos suyos.
Según indicaron, la joven las había ayudado en una mudanza pero luego se quedó con un móvil, un ordenador y otros enseres más por lo que su intención cuando acudieron la primera vez era que se los devolvieran.
Ese día se llevaron el móvil y le causaron diversas heridas pero el grueso del ataque tuvo lugar la jornada siguiente cuando ante la negativa de entregarles el resto de sus pertenencias, una de las acusadas comenzó a golpearla con un palo, arrastró por el suelo y le hizo tragar tierra.
Pero lo principal fue clavarle una cuchara en el ojo de manera que desde entonces la víctima tiene que llevar una prótesis que le causa numerosos problemas por lo que reclama un indemnización que la Fiscalía y Acusación particular cifran en 160.000 euros.
Esta joven también asumió que fue quien se enfrentó a los guardias civiles que las detuvieron momentos después por lo que está acusada de atentado a la autoridad, cargo que el Ministerio Público retiró a su compañera y por el que deberá pagar 1.600 euros.
En la última jornada intervinieron los forenses quienes ratificaron que las heridas causadas son compatibles con los instrumentos que la Fiscalía atribuye que fueron utilizados en el ataque como son la cuchara y las patas de una mesa.
En la vivienda que ocupaban las acusadas se encontró ropa de la joven ensangrentada, cuyos restos de ADN pertenecían a ella sola y se supone que se deshicieron de las que utilizaron durante la agresión.
Los peritos emitieron un informe forense sobre la posible inimputabilidad de la principal procesada por los problemas que sufre de trastorno límite de la personalidad a lo que se une la mezcla de pastillas y alcohol y una conducta agresiva y antisocial.
No obstante, aseguraron que los brotes psicóticos que pudiera haber sufrido apenas duran pocos minutos, no horas como tuvo lugar en el segundo ataque por lo que sí habría sido consciente de lo que hacía.
La otra acusada comenzó pidiendo perdón a la agredida y a su familia, reconoció el daño ocasionado pero consideró que también se debe tener en cuenta del sufrimiento de sus propios familiares.
Relató que la primera jornada el 29 de marzo de 2023 entraron con tranquilidad en el cuarto de aperos y fue la agredida quien se enfrentó a ellas por lo que prefirieron retirarse para poder hablar con tranquilidad al día siguiente, aunque ya se llevaron un móvil que según dicen era suyo.
Pero al día siguiente su compañera comenzó desde temprano a tomar cerveza y pastillas lo que dio lugar a que se comportara de forma muy violenta, intentando asfixiarla, golpeándola contra la pared, en la cabeza con la pata de una mesa y la tiró al suelo y de ahí que la acusen de obligarla a tragar tierra. Luego cogió una cuchara, se la clavó en el ojo izquierdo y arrancó mechones de cabello, de manera que según dijo “no era ella” y no paró hasta que tomó conciencia de lo que hacía, recogió sus supuestas pertenencias y se fueron.
La principal acusada de cometer estas agresiones dijo que ya en varias ocasiones había sufrido este tipo de brotes, “en los que veo todo negro, no sé a quién tengo enfrente, es algo muy desmedido”, aunque negó que el ataque se alargara por varias horas y aseguró que apenas fueron unos minutos.