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El terrorismo nunca termina del todo

Todos los Gobiernos españoles desde el inicio de la Transición negociaron con ETA, pero solo el izquierdismo extremo de Rodríguez Zapatero logró, hace ahora trece años, que el terrorismo etarra anunciara que renunciaba unilateralmente a lo que denominaba el enfrentamiento armado. Pero debemos interpretar en su contexto esa renuncia. Cuando una organización terrorista renuncia a seguir asesinando no lo hace porque haya cambiado su registro moral o porque haya fracasado, sino en términos de coste y beneficio. Las circunstancias sociales y políticas han variado, y la vía de participación política a través de partidos legales le resulta ahora más beneficiosa. Sin embargo, su gente sigue estando donde estaba y sus presos siguen siendo héroes a rendir homenaje. Y mientras tanto, sus víctimas son poco a poco olvidadas, objeto de reconocimientos cada vez más retóricos. No nos engañemos: ETA sigue estando presente en la sociedad vasca y nunca ha entregado las armas ni ha anunciado que pide perdón y se disuelve, ni ha informado sobre los más de trescientos asesinatos que siguen sin estar resueltos.


La torpeza de los populares ha traído de nuevo al debate político español la situación actual de los etarras. Como decimos, es cierto que han abandonado la vía de los atentados, pero eso no significa que hayan desaparecido. Siguen actuando a través de Bildu y otros partidos, y siguen organizando homenajes a sus presos y discriminando a las víctimas. Es el problema que siempre se plantea con la renuncia a la violencia de un grupo armado, y que se planteó también con los llamados acuerdos de Viernes Santo, que terminaron con el IRA irlandés. Posiblemente no es cierto que ETA esté más fuerte que nunca, como afirma Díaz Ayuso, pero sigue estando presente y estará mucho tiempo todavía.


El 14 de mayo de 1980, el alpinista vasco Martín Zabaleta, junto al sherpa Pasang Temba y un grupo integrado por otros once alpinistas vascos y navarros, coronaron el Everest. Ese mismo año, 1980, fue el más sangriento y cruel de la banda ETA, con 98 asesinatos perpetrados por la organización terrorista. En la cumbre, plantaron la ikurriña junto al emblema de ETA, el hacha y la serpiente. El Athletic decidió rendir “un merecido homenaje” -como anunció en un comunicado- a Zabaleta y al sherpa con motivo del centenario de la Federación Vasco-Navarra de Alpinismo. Ambos “convirtieron la enseña vasca en la decimosexta bandera en ondear en la cumbre del Everest; sin duda, un éxito incontestable que llenó de orgullo a una sociedad necesitada de noticias en positivo”, decía en su nota el Athletic. El club rojiblanco le rindió homenaje antes del partido de la Liga contra el Espanyol, celebrado en San Mamés, en el que hicieron el saque de honor entre los aplausos del público, puesto en pie.


Este homenaje ha estado envuelto por la polémica desde el momento en el que se anunció. Fueron varios los colectivos de víctimas del terrorismo que advirtieron que el montañero guipuzcoano se fotografió durante aquella expedición en la cumbre más alta del planeta con una bandera que incluía simbología de ETA. Concretamente, el hacha y la serpiente, emblema del grupo terrorista. A pesar de ello, el homenaje no fue suspendido. A lo peor, Díaz Ayuso va a tener razón.

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