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Una tinerfeña con cefalea en racimo: “Es horrible, vendería mi alma al diablo para que se vaya”

Durante las crisis esta vecina de Los Silos se da cabezazos contra las paredes o las puertas, se tira del pelo, o se ha tirado del coche en marcha

Luz Marina Méndez es una tinerfeña de 46 años con cefalea en racimo, brotes que le dan tres días a la semana y tan intensos que le da por autolesionarse. “Es un momento horrible donde vendería mi alma al diablo para que se vaya ese dolor”. Estoy harta de este dolor me ha quitado tres años de mi vida”, recalca.

A esta vecina de Los Silos, los primeros síntomas comenzaron en 2012, en aquel primer episodio de dolor le diagnosticaron una neuralgia del trigémino. Así tras el tratamiento le remitió esa dolencia. Sin embargo, en 2020 empezaron otra vez los episodios de dolor, inicialmente los neurólogos le decían que tenía una migraña, sin embargo, un neurólogo en el Hospital del Norte le confirmó que padecía cefalea en racimo, en su caso crónica, ya que desde hace tres años lo sufre de dos a tres días cada semana, algunas noches tres o cuatro veces, con una duración entre 30 minutos a una hora.

Méndez reconoce que “desde hace dos años estoy siendo atendida por Cristian y Amanda en el HUC y gracias a ellos puedo soportar algo mejor los brotes de dolor con múltiples fármacos y bloqueos anestésicos”, señala.

Afirma que casi siempre le dan de noche y llega un momento “en que no sé qué hacer. Un día durante un brote de dolor abrí la puerta del coche en la autopista para tirarme, o me doy cabezazos contra la pared o las puertas, para intentar perder el conocimiento y calmar ese dolor, me pellizco con las uñas o me tiro de pelo”. “No se cómo explicarlo, es un momento horrible donde vendería mi alma al diablo para que se vaya ese dolor”, recalca. “A mí la cefalea me está incapacitando la vida”, por ese motivo pide el oxigeno en su casa “porque así muchos como yo no tendremos que trasladarnos al Centro de Salud o al hospital”.
Además insiste en que cuando tenga que acudir en plena crisis a un centro sanitarios “me pongan en un lugar donde tenga tranquilidad, que no me moleste porque me molesta muchísimo el ruido, y porque durante la crisis me da por darme cabezazos, arrancarme el pelo, caminar, darme golpes o puedo darle una bofetada a alguien. Es que durante el brote de dolor dejas de ser tú”.

Méndez denuncia que durante varias visitas a urgencias de centros sanitarios no ha recibido la atención adecuada, en varias ocasiones se ha incrementado el dolor y ha tenido que marcharse sin ser atendida. “He estado en sala de espera con un dolor intenso sin ser atendida, con la gente a mi alrededor hablando y eso hace que me ponga aún más nerviosa y aumente el dolor. No me queda otra que levantarme y caminar buscando más silencio y para que remita algo el dolor”.
En otra ocasión en el HUC la facultativa que la atendió entró en una discusión porque insistía en que tenía una simple migraña, sin hacer caso a su historial clínico y diagnóstico del propio servicio de Neurología del hospital. “Al final, no nos hacen y no somos atendidos”.
Por tanto, es necesario un protocolo de actuación en estos casos. “Si llegamos a manos de un médico o enfermero que atendió a un paciente con cefalea en racimo, la asistencia es como de la noche al día”, le dan oxigeno y le administran analgésicos, triptanes o betabloqueantes. Recordó que la mayoría “tenemos tratamientos farmacológicos muy fuertes, pero en plena crisis te tomas lo que sea”, aunque haya riesgo de sobredosis, efectos adversos o complicaciones para la salud.

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