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Los límites

Parecía imposible, pero Mazón y su gente superan continuamente sus propios límites de miseria moral y de infamia. La primera decisión que el nuevo Gobierno valenciano ha adoptado ha sido suprimir los topes de sus retribuciones, es decir, aumentarlas cuando una parte de los ciudadanos lo ha perdido todo. La justificación -tramposa- es que así los miembros del Consejo que son funcionarios no pierden nivel retributivo. Es como si les diera igual la tragedia que se está desarrollando a su alrededor, y esa impresión es posible que nos proporcione la clave que nos ayude a entender su actitud y su comportamiento. Ideológicamente están cercanos a Vox, no creen en el cambio climático, y en el fondo les molesta que se vean obligados a aceptarlo por la vía de los hechos, porque la DANA no deja lugar a dudas sobre lo que ha pasado y destruye cualquier mentira. El problema para Núñez Feijóo y los populares es que destruye también la credibilidad de su partido, y es seguro que hace a muchos de sus electores arrepentirse de lo que votaron en las últimas elecciones. Ese es el cálculo de Pedro Sánchez, que ha dejado a Mazón hundirse solo, sin declarar el estado de alarma y la emergencia nacional. Los valencianos no deben olvidarlo. Por desgracia, este es el nivel de los políticos y la política de nuestros gobernantes.

Para entender la situación de Mazón, hemos de tener en cuenta que en su primer Gobierno entregó la gestión de las Emergencias a Vox, un partido negacionista climático y sin experiencia previa de gobierno. La principal decisión de la consejera de extrema derecha al frente de Justicia e Interior fue desmantelar la Unidad Valenciana de Emergencias (UVE), creada por el anterior Gobierno de PSPV-PSOE y Compromís para coordinar catástrofes. A los cuatro meses, el propio Mazón se empleó a fondo en vender este éxito político porque se acababa con “un chiringuito”.

La realidad ha colocado al presidente valenciano en una posición insostenible, Su partido no tiene más remedio que defenderlo retóricamente, pero sus relaciones con Núñez Feijóo en el seno del partido nunca han sido buenas y ahora han empeorado. Mazón y su gente deambulan por los pasillos o se reúnen en descampados huyendo de las preguntas mientras los síntomas de que no están haciendo nada son cada vez más alarmantes. Un operario de la empresa que está retirando los escombros ha fallecido aplastado por el derrumbe de unas ruinas de un centro de enseñanza, unas ruinas que ya habían sido señaladas como peligrosas, y Mazón y el consejero de Educación, en lugar de acudir inmediatamente al lugar de los hechos, huyeron a Alicante, supuestamente para visitar a sus familias. El consejero, de muy malos modos y con el autoritarismo que los caracteriza, reivindicó su derecho a hacerlo precisamente en esos momentos.

Si Núñez Feijóo no abandona su pasividad habitual y fuerza a Mazón a dimitir, como le están reclamando masivamente los ciudadanos, los populares sufrirán una derrota histórica en las primeras elecciones que se celebren. En contra de lo que calcula, el paso del tiempo y la reconstrucción no harán olvidar a los valencianos la miseria moral y la infamia sin límites que los golpeó junto al agua.

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