tribuna

Y sigue sin saber leer (1)

Por Marcial Morera.| A principios del siglo pasado, escribía don Miguel de Unamuno, en el Mercurio de Nueva Orleans (EEUU), un breve artículo titulado “No se sabe leer”, en que acusaba abiertamente a sus paisanos, tanto no letrados como letrados, de mala o nula competencia lectora. Se trataba de una acusación muy seria, por cuanto la ignorancia de la lectura implica dos cosas de una enorme gravedad. Por una parte, implica la imposibilidad de acceder a la información que se encuentra contenida en los textos impresos, que son los que atesoran la parte más valiosa de la cultura humana y la que ha civilizado al hombre. “Los libros gobiernan el universo, menos las naciones salvajes”, dice Voltaire en su famoso Diccionario filosófico. En efecto, libros como la Biblia, el Corán, Confucio, Popol Vuh, etc., gobiernan las creencias religiosas, que nos sirven de consuelo en los momentos de desesperación. Libros como la Divina Comedia, el Quijote, los Hermanos Karamazov, etc., gobiernan los mitos que nos permiten penetrar en las zonas más oscuras del alma humana. Libros como los Diálogos de Platón, la Ética, la Crítica de la razón pura, etc., gobiernan las hipótesis que tenemos del ser. Libros como Principia Mathematica, Origen de las especies, etc., gobiernan el conocimiento científico que nos enseñan las leyes que rigen el funcionamiento del universo y el origen del hombre, nos proporcionan los cálculos para la construcción de puentes y carreteras, nos curan las enfermedades, etc. Libros como el Código Penal, la Constitución, etc., gobiernan el ordenamiento jurídico y los preceptos legales que sirven de fundamento al orden social. Libros como la Gramática de la lengua castellana, el Curso de lingüística general, los Principios de fonología, etc., gobiernan las teorías que nos explican de forma más o menos convincente cómo construimos el mundo con palabras, etc. Por eso es tan importante saber leer. No sólo para aprender y hacer justicia a aquellos que escribieron los libros que leemos, sino también para dominar el mundo que nos rodea. Leer es poder. Sólo los que saben leer pueden interpretar rectamente lo que contienen los textos de su cultura y defenderse así de las interpretaciones torticeras que de ellos suelen hacer los poderes, sean políticos, económicos o religiosos. Por eso son los que dominan la magia de la lectura los que gobiernan el mundo. Mírese por donde se mire, la ignorancia de la lectura es una de las limitaciones más desgraciadas del hombre moderno. Y, por otra parte, como lectura y escritura se encuentran íntimamente relacionadas, la incompetencia lectora implica el desconocimiento de la escritura, que nos capacita para escribir libros en que expresar nuestras ideas y poder influir así sobre los destinos de la sociedad. Siempre se ha dicho que el mejor método para aprender a escribir es leer mucho, y bien. Y no puede decirse que las cosas hayan mejorado con el transcurrir de los años, pues, como sabemos perfectamente los que ejercemos la docencia y nos recuerda de forma pertinaz la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) a través de los resultados de su famoso programa de evaluación del nivel de los estudiantes (informe PISA), sin saber leer y escribir de forma comprensiva seguimos los españoles más de un siglo después de que don Miguel levantara la liebre y publicara las gravísimas acusaciones que señalamos al principio de este artículo. ¿Y por qué, a pesar de los ímprobos esfuerzos que, sin ninguna duda, hacen tanto los poderes públicos como la comunidad educativa para mejorar sus resultados, leen y escriben cada vez peor gran parte de nuestros jóvenes, y no tan jóvenes? Pues, como sabemos perfectamente todos los que nos dedicamos a su enseñanza, porque no se les adiestra adecuadamente en el reconocimiento de los símbolos o convenciones gráficas que contienen los textos escritos, para que los verbalicen convenientemente. Porque sólo haciendo vibrar como corresponde con el aliento de la voz humana los símbolos o convenciones que se encuentran dormidos en esa geometría de líneas simétricas y ordenadas que es la escritura, convirtiendo la palabra muerta de la lengua escrita en palabra viva de la lengua hablada, pueden entenderse a derechas los textos impresos.

*Catedrático de Lengua español de la ULL

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