tribuna

Feijóo y la luna de Valencia

La muerte del Papa, el cónclave de los cardenales para elegir sucesor y una caída de la red eléctrica como nunca antes se había producido en España han eclipsado parcialmente la reunión en Valencia del congreso del Partido Popular Europeo (PPE), que terminó ayer, pero no han impedido dejar al aire la torpeza política de organizar esta cita justo seis meses después de la tragedia de la dana, que Mazón, el presidente regional del PP, gestionó de manera difícil de empeorar.

Hace unos meses, el PP se relamía soñando con el espaldarazo de la celebración del congreso del PPE en Valencia, escaparate de una ciudad y una comunidad arrebatadas a los socialistas, pas a la Regió que avança en marxa trionfal, que dice el himno con música del maestro Serrano, pero todo se torció el 29 de octubre, cuando se abrieron los cielos y cayó el diluvio universal, causando la mayor catástrofe sufrida en esa comunidad. De la pompa de la marxa trionfal al fango de la dana de Mazón.

No es la primera vez que los problemas del PP ponen en aprieto a sus compañeros europeos. Baste recordar la patraña que inventaron los eurodiputados españoles para que el grupo del PPE votase en contra del designación de Teresa Rivera como vicepresidenta de la Comisión Europea, a la que, para salvar a Mazón, quisieron hacer culpable de la gestión de la dana o el empeño de que un comisario europeo, popular por supuesto, interviniese como mediador en el acuerdo con el PSOE para renovar el Consejo General del Poder Judicial, que el propio PP tenía bloqueado desde hacía cinco años.

Los compromisarios europeos del PPE fueron recibidos en Valencia con protestas contra Mazón y se enteraron de que, en el acto de inauguración, no estarían los anfitriones. Feijóo, según dijeron, porque estaba en un hotel de la ciudad arreglando no sé qué del apagón, asunto sobre lo que no tiene ninguna competencia ni responsabilidad, y el otro…, vaya usted a saber. Una maniobra para hacer ruido y fabricarle una dana electrica a Pedro Sánchez por la crisis del apagón, compitiendo en la carrera con Díaz Ayuso. Después del acto de inauguración, apareció Feijóo para criticar al Gobierno desde la tribuna europea y en otro momento se dejó ver Mazón, que repitió poco antes de la clausura y se fotografió con Feijóo.

Además del juego del escondite de los anfitriones, el congreso del partido más influyente de la Unión Europea ha dejado en evidencia la política de Feijóo. El presidente del PPE, el alemán Manfred Weber, cabeza del ala más conservadora de la formación, mantuvo que la raya roja de los populares es el grupo ultra del Parlamento Europeo en el que está integrado Vox, aliado del PP en España.

Apagadas las luces en el Palacio de la Exposición, Feijóo, que es el jefe del segundo grupo más numeroso de la familia del PPE, se ha quedado solo con el marrón de Mazón y su estado de ansiedad por seguir en la oposición habiendo ganado las elecciones. Yo le recomendaría buscar en la filmoteca la película A propósito de Henry y que vea a Harrison Ford… por si le da alguna idea. Es la historia de un brillante abogado que, a consecuencia de un traumatismo craneoencefálico, pierde la memoria y, cuando sale del coma, se reconstruye en un hombre nuevo que olvida su vida anterior y empieza otra diferente.

Feijóo tiene la obligación de intentar que el PP vuelva a gobernar, pero lo va tener difícil si no manda a paseo a Vox, a Mazón y a algún estrecho colaborador, y sale a la calle a cuerpo limpio con un programa que no choque con la realidad de la vida cotidiana de la gente, aunque en muchos casos pueda coincidir con los socialistas. Incluso -¿por qué no?- hacer una propuesta de coalición, como la tienen en Bruselas y Berlín los mandamases que han venido al congreso de Valencia. Exigir, como es su deber, explicaciones al Gobierno por el apagón, por los casos de corrupción y los presuntos abusos de poder, o defender las centrales nucleares no es incompatible con hacer una política para adultos. Si no lo hace, corre el riesgo de quedar definitivamente a la luna de Valencia y que otro le madrugue el puesto.

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