Hoy es san Isidro, pero parece carnaval. Trump ataviado de Celestina para acercar a Putin y Zelenski, Feijóo vestido de Aznar con su hit “Váyase señor…” , los suyos probándose el atuendo púrpura para el sínodo de julio y Pedro Sánchez adornado de exquisita prudencia para eludir pronunciarse, precisamente hoy que es el Día de la Familia, si quiere más al papá vasco o a la mamá catalana
Termina mañana el plazo abierto por el Ministerio de Economía para conocer la opinión de los ciudadanos sobre la fusión o absorción mediante una opción pública de adquisiciones (opa) del BBVA sobre el Banco de Sabadell. El Gobierno dice que quiere saber si hay otras razones distintas de la competencia que aconsejen no autorizar la operación, aunque el ministro del ramo, Carlos Cuerpo, enfatiza que “no corresponde al Gobierno decidir sobre movimientos entre empresas”. El Ministerio tiene de plazo hasta próximo día 27 para elevar el dictamen al Consejo de Ministros, que contará con otro mes para decidir.
En otro momento la opa habría hecho menos ruido, pero hoy tiene implicaciones políticas y si el proceso se le va de la mano a Pedro Sánchez, podría acarrear incluso la caída del Gobierno, de ahí la maniobra dilatoria montada para enfriar y detener el asunto e intentar no tener que pronunciarse, porque si el Gobierno da el visto bueno a la opa se lo harán pagar los socios catalanes y, previsiblemente, le darán patadas en el trasero del president de la Generlitat, Salvador Illa, y en el del propio Sánchez, negándole el voto en el Congreso de los Diputados. Y si decide lo contrario, disgustará al PNV, con el que gobierna en coalición en el País Vasco, donde tiene la sede y las raíces el BBVA, aunque Aitor Esteban, que quiere mantener cierta distancia, dice que no es realmente un banco vasco. Y es verdad. Si reparamos en sus principales accionistas, tampoco el Sabadell es un banco catalán.
La opa es un intrincado encaje de bolillos y el tiempo no juega a favor de Sánchez. ¿Se imaginan un escenario en el que, abortada la absorción del Sabadell, el Constitucional permita amnistiar y volver a Puigdemont para resucitar CIU y el PNV esté resentido con el PSOE por el desaire al BBVA? ¿No podría propiciar un acuerdo como el de 1996, cuando Aznar pactó con Pujol y Arzallus en su primera legislatura? Con el Banco de Sabadell engullido por el BBVA la situación no sería mejor. Hace 15 días escribí que si Feijóo quería llegar a la Moncloa tenía que desprenderse de Vox, de algunos colaboradores y de Mazón y no me extrañaría que las tres cosas sucedan en la víspera de San Fermín, aunque a la dimisión de Mazón le pongan fecha posterior al 13 de julio para que consolide el sueldo de 75.000 euros durante dos años. Un detalle.
Como a tantos otros ciudadanos, me importa poco que se fusionen o se absorban los bancos, pero hay un sexto sentido que me dice, con la experiencia de lo ya concentrado en el sector, que la unión en un solo banco o que haya dos bancos del BBVA, además de pérdida de puestos de trabajo, a los usuarios y cuentacorrentistas solo nos traería incomodidad y peor servicio. Tengo mi modesta cuenta en uno de ellos y antes la tuve en el otro y doy fe de que los dos son magníficos,… magníficos negocios para ellos.
Antes de la loca carrera de la concentración bancaria, de la lucha por el tamaño, había oficinas o agentes de los bancos hasta en el último rincón del país, incluida la España vacía. Hoy han desaparecido del medio rural y los clientes hacemos el trabajo que antes desempeñaban los empleados que ya no existen. En caso de necesitar una gestión presencial hay que pedir hora como para ir a que te saquen una muela.
Por cierto. Tiene su puntito de guasa que el mismo presidente del Gobierno que incrementa el gasto militar sin preguntar al Congreso, que entrega el Sáhara a Marruecos sin consultar con nadie, que promueve en contra de medio mundo y de su propia palabra una ley de amnistía para los encartados del procés y una financiación singular para Cataluña que no cabe en la ley, el mismo presidente, digo, se ponga ahora tiquismiquis y nos pregunte a los simples mortales sobre un asunto que ni nos va ni nos viene.