decalcomanÍa 291

Antonio Gutiérrez

Antonio Gutiérrez
María Luisa Hodgson

Cuesta apartar del cuello la kufiya pese al alto el fuego entre Israel y Hamas en Gaza. Hay gente de todo pelaje a quien, parece, le molesta el acuerdo de paz. Será que ya no puede instagramear su posicionamiento genocídico, boicotear o excluir. La atención recaerá de nuevo en la bronca patria, en las bravatas de Trump y en la imperiosa hostilidad de Putin. Mientras, el silencio continuará cadavérico en torno a las barbaries que perpetra, por ejemplo, Boko Haram en Nigeria o en las brutalidades que acaecen en Yemen. Estas atrocidades no merecen interés informativo, flotillas mediáticas, soflamas, ondeo de banderas ni sonadas concentraciones.

En julio de 1797 Tenerife también sufrió un conflicto armado. Tropas inglesas comandadas por el contralmirante Nelson intentaron en vano tomar Santa Cruz de Tenerife defendida por soldados y milicias bajo el mando del comandante general de Canarias, Antonio Gutiérrez.

La derrota del ejército invasor no fue, en absoluto, vejatoria. Antes bien, Nelson apreció en una carta firmada con su mano izquierda (perdió, como sabemos, el brazo derecho por un disparo de metralla del Cañón Tigre) las deferencias obtenidas después de la capitulación. Sus hombres rendidos recibieron pan, frutas y vino, y se les trasladó con honores a sus navíos en barcas de pescadores o en los propios botes del desembarco. Además, a los heridos se les atendió en el Real Hospital de la Ciudad. La consecuencia de la derrota fue contundente para el Reino Unido: se comprometió a no atacar jamás a las Islas Canarias.

En otra epístola de Nelson, fechada el 8 de diciembre de 1797, subastada recientemente por 3200 libras, el ensalzado inglés escribe que le da gracias a Dios todopoderoso por la perfecta recuperación de su grave herida. La intermediación divina y la caballerosidad marcial pusieron de su parte para que la muerte le llegase en la Batalla de Trafalgar ocho años más tarde. No obstante, la victoria frente a las armadas francesa y española le valió para coronar la columna central de Trafalgar Square en el centro de Londres. Honra y máximo reconocimiento al intrépido marino.

Antonio Gutiérrez, por el contrario, no tiene la notoriedad que amerita. Solo una pequeña calle secundaria y un inadvertido monumento con busto al término de esta vía distingue su memoria en la muy leal, noble, invicta, muy benéfica ciudad, puerto y plaza de Santa Cruz de Santiago de Tenerife. Es el complejo hispano, la condición isleña. Coitus interruptus sin retórica, modestas notas a pie de página. La desidia presente amortaja el pasado glorioso pese a la celebración de la Gesta los 25 de julio y la dramaturgia de la IV Compañía de Milicias de Taganana.

Afortunadas milicias, también, las de La Laguna, Güímar, La Orotava, Garachico y Santa Cruz, vitales para repeler el ataque británico. Y justo homenaje (lo cortés no quita) que se les ha brindado con la recién inaugurada plaza de las Milicias Canarias en el Orche de Carnaval, en el punto de encuentro de la puretada disfrazada y de murgas resacadas que le cantan a la bendita tierra guanche.

El alcalde, José Manuel Bermúdez, que es nacionalista, español y castrense, celebra el tributo a quienes, sin distinción de origen o profesión, en algún momento de la historia defendieron lo suyo. Y está muy bien. Al igual que el refrendo que hace el teniente general Julio Salom. Canarias, roja y gualda. Y, a veces, con siete estrellas verdes. ¡Ay, mamá!

Lo escribí en su día. La Capital tinerfeña está tardando en ensalzar a Gutiérrez como es debido. Renombrar la plaza de la Republica Dominicana como plaza de la Victoria no es complicado. Simplemente habría que trasladar el móvil de Sobrino y en su lugar levantar una columna más alta que la de Horacio, presidida, claro está, por nuestro general. Los versos de Patricio Estévanez (“Cuanto más alta se ponga / de Horacio Nelson la estatua / más alto verán los siglos / el nombre de mi Nivaria”) se verían recompensados y los goles del renacido Tenerife se celebrarían con más euforia que nunca.

www.joseluiszurita.com

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