tribuna

Cebrián, Cercas y Oughourlian

Anoche escuché a Juan Luis Cebrián en la cadena de la COPE, que es donde único lo dejan hablar. Imagino lo que supone para los periodistas de la militancia tener que soportar sus palabras de reproche al ejercicio mediatizado de la profesión. Pero los periodistas no son los culpables de la situación, sino los fabricantes de las estrategias de los partidos que los inducen a su comportamiento sectario. Soy asiduo lector de El País y me tropiezo cada mañana con la noticia sesgada dictada por la propaganda oficial y también con la opinión mercenaria a la que no le queda otro remedio que vivir siendo el vocero del que le paga. Esto ya lo sabía y no hacía falta que viniera Cebrián a recordármelo.

Esta mañana me sorprende el discurso de Javier Cercas en la inauguración del World Progress. Confiesa que fue invitado personalmente por Joseph Oughourlian porque éste cree en lo que puedan decir los escritores. Los escritores tienen más tiempo para pensar y no viven de la inmediatez cambiante de los relatos. Son más fiables que los pontificadores de las tertulias y los redactores de los editoriales dictados a distancia. Lo de Cercas se titula Los héroes de la traición y se refiere a dos figuras claves para la consolidación de la democracia en España: Adolfo Suárez y Santiago Carrillo. Analiza por qué no se tiran al suelo cuando entra Tejero con los guardias civiles pegando tiros en el Congreso. Los dos han sido denostados por los suyos que los consideran traidores a sus causas: los falangistas por no prolongar la dictadura y los comunistas por aceptar una monarquía democrática en lugar del ideal republicano. Dos traidores cuya integridad hoy se echa de menos, cuando lo que impera es el interés personal frente al interés común.

Lo que aseguran Cebrián y Cercas no va a cambiar las cosas, pero, mientras existan voces capaces de recordárnoslo, nada estará perdido del todo. Escribir bien es sintetizar en cada frase una idea que no necesita repetición. Hacerlo mal es insistir machaconamente, como a martillazos, en lo mismo siguiendo ese adagio atribuido a los ingleses cuando dicen que la letra con sangre entra. Todo penetra en función de la blandura del cerebro que lo recibe, por eso se eligen estructuras débiles para que sean capaces de asimilar mensajes simples y aparentemente verdaderos que asienten a principios falaces y demagógicos.

Cebrián y Cercas no son del agrado de los administradores del dogmatismo y no hay disimulo en manifestarlo así por parte de las masas ciegamente seguidoras. Sin embargo, he de reconocer el mérito de Oughourlian para navegar en el mar de turbulencias de la prensa progresista. Cercas clama por políticos que no existen y a los que no conoce. Dice que la bondad tiene que ser secreta porque, si no, deja de serlo. Extraer una solución del anónimo resulta imposible. La ambición siempre será una virtud superior a la humildad. España es un país complicado y más todavía en un mundo donde no es extraño el comportamiento egoísta. Casi todos se parecen al Trump que critican. Lo cierto es que Adolfo y Santiago permanecieron sentados en sus escaños y en las siguientes elecciones se quedaron prácticamente en la nada. Luego murieron y muchos fueron a sus respectivos entierros, haciendo buena la frase de que aquí enterramos muy bien. Luego, en el fondo secreto de cada fanatismo hay una condena a estos comportamientos porque nadie aguanta a los héroes, sobre todo por la envidia de no estar a su altura.

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