el shasnero

Raycorazón

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El actual patrón del Club Deportivo Tenerife y yo nos conocimos casualmente en un ascensor del Hotel Escuela. Me reconoció como el presentador de La Luchada, que él veía religiosamente en su niñez en los pies de su abuelo en su hogar de Santa Úrsula, y yo imaginé que él era el joven empresario tinerfeño y santaursulero que se proyectaba como uno de los máximos accionistas del CD Tenerife. Cuando el ascensor llegó a su destino, lo invité a tomar un café. Y pegamos a hablar. Él lloraba constantemente porque -me dijo- yo le recordaba a su abuelo. Y yo le agradecí la confesión, e inmediatamente, le mostré la ilusión de conocer su proyecto de Club. Rayco me recordó que se había enamorado de nuestra Institución en los años 90; que él quería ser Fernando Redondo; y que, con esa ilusión, probó en las categorías inferiores de nuestra entidad. Una lesión le hizo abandonar, y, entonces, se convirtió en Agente FIFA. En esa tarea, con mucha pericia e infinito esfuerzo, reunió recursos suficientes para iniciar la compra de acciones; tarea que ahora tiene felizmente muy avanzada. “Nuestro club merece estar en Primera División”, me dijo, “y además, desempeñar el rol que hoy ejercen clubes como el Villarreal”. Su ambición le llevó a triunfar como empresario, y, desde que se inició en la tarea de la compra de participaciones, ha incubado el sueño de trasladar su codicia al futuro de nuestra entidad. En ese empeño está y a ese anhelo dedica todos sus días. El resultado deportivo es excelente, y el social, mucho más importante, fascinante. El santaursulero, que así gusta de ser reconocido, ha liderado, con mano firme, discreta, efectiva y amable, el cometido -hasta hace poco intrincado- de devolvernos el ensueño. Queda un amplio recorrido que completar, pero, a día de hoy, el orgullo tinerfeñista está renacido, es visible y es muy hermoso. Tal y como él soñó, trabajó y lideró. Pero la biografía de Rayco García es inmensa. En los centros de enseñanza de Santa Úrsula fue un brillante estudiante y se significó como un campeón de las matemáticas. Durante años, diariamente y con mucho sacrificio, y para premiar sus resultados académicos, su madre lo trasladaba desde el Norte hasta Santa Cruz para que éste celebrara su ritual tinerfeñista: entrenar para jugar y cumplimentar su apetito de fútbol y de éxito. Desde ese momento, Rayco se juró a si mismo triunfar y reunir activos para retirar a su madre como trabajadora de la hostelería; una digna y dura profesión. Sin perder la humildad, y menos la referencia de sus orígenes, hoy doña Carmen ejerce las tareas del hogar, cuida de su niño y ejerce como una tinerfeñista devota y ardiente. Más allá de ese orgullo de hijo, el nuevo jerarca del tinerfeñismo también ha enseñado, con mucha discreción, su vocación social, como bien atestiguarían múltiples ciudadanos de su pueblo norteño que -en el reciente incendio y evacuados de sus domicilios- fueron acogidos durante varias noches en sus dominios. Con gran sensibilidad social, Rayco García, además, es protector del CB Canarias y de varios clubes de lucha canaria. Hombre especialmente preocupado por el bienestar de los socios del Club, recibió y resolvió el problema del abonado que perdió, a causa de las obras, su localidad añeja en el Heliodoro; se relaciona cordialmente con los chicos del equipo EDI y favorece absolutamente el objetivo de la inclusión social de niños con diversidad funcional; visita, acomoda y abraza a los jóvenes canteranos que habitan la Ciudad Deportiva Javier Pérez; y mima, razonablemente, a los técnicos y futbolistas que, como se contiene en el Himno del Centenario, de Benito Cabrera, llevan hoy la Isla en sus pies. Este es Rayco García, hombre de nobles sentimientos e impenitente soñador del gran CD Tenerife que todos queremos y él labra obsesivamente. Es un corazón con patas. Es Raycorazón.

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