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Lux

“Rosalía, icono de la Generación Z, pone letra y música a la tendencia creciente que mira hacia la espiritualidad”
Ilustración: María Luisa Hodgson

Los más leído en nuestra cargante España no son las obras de Arturo Pérez-Reverte, de Juan del Val, controvertido premio Planeta, del nobel de Literatura, László Krasznahorkai, o del princesa de Asturias de las Letras, Eduardo Mendoza, sino las de la psiquiatra Marian Rojas Estapé. Sus libros Cómo hacer que te pasen cosas buenas y Encuentra tu persona vitamina fueron los más vendidos el año pasado. Los dos suman cerca de un millón de ejemplares desde 2018. No sorprende visto el andar de la perrita. Las voces interesadas de los medios de comunicación y de las redes sociales están empeñadas en contaminar la opinión pública con las insufribles miserias de la representación pública y su cohorte fanática. O sea, el circo político (Sánchez dixit). 

El insoportable ruido que enfanga a la ciudadanía harta de tanto estrépito y presa, cada vez más, del diván psicoanalista, da alas a un renacer espiritual: «El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar» (Salmo 23 de la Biblia). Este reverdecer no afecta a la psiquiatra madrileña, católica confesa. En su mesa de trabajo abundan bolígrafos, rotuladores, pañuelos de papel, caramelos masticables Sugus y dos figuritas de la Virgen, referencia religiosa también expuesta en el videoclip que presenta el último trabajo discográfico de Rosalía (Lux), junto a un par de crucifijos y un cuadro del Sagrado Corazón.

Magistral el primer sencillo, Berghain. La catalana, acompañada por la islandesa Björk, el estadounidense Yves Tumor, la Orquesta Sinfónica de Londres y la Escolanía de Montserrat, sorprende ahora con una producción marcada por una manifiesta carga mística, más o menos superficial y marketiniana, dramática y enérgica. La dulzura de la diva cautiva en un encantador universo operístico repleto de simbolismos. No me canso del terrón de azúcar.

El cuarto álbum de Rosalía se canta en trece idiomas. Es el resultado de la dispersión del ser humano por el Mundo tras intentar alcanzar el Cielo con la Torre de Babel. Así lo relata el Génesis. No es fácil la santidad. Mucha gente recibe la llamada y poca es escogida. La parábola de Mateo no deja lugar a dudas. Paciencia, esperanza. Al mítico club Berghain de Berlín, referente global de música electrónica, tampoco se entra con facilidad. El paralelismo que hace la artista con la puerta angosta es evidente. El sentido de la vida la zarandea: “Su miedo es mi miedo / Su ira es mi ira / Su amor es mi amor / Su sangre es mi sangre”, reza el estribillo cantado en alemán.

Rosalía, icono de la Generación Z, pone letra y música a la tendencia que mira hacia la trascendencia. Así lo confirma un estudio reciente publicado por la consultora GAD3 y la Pontificia Universidad de la Santa Cruz de Roma, entre jóvenes de entre 18 y 29 años en ocho países: Argentina, Brasil, España, Filipinas, Italia, Kenia, México y Reino Unido.

Una de las conclusiones del informe retrata un perfil emergente que busca “autenticidad, que asocia la fe con valores como el perdón, la amabilidad, la solidaridad o la justicia, y que entiende la Iglesia como una comunidad humana”. Además, asienta que la pérdida de la fe se produce, generalmente, durante la adolescencia, entre los 11 y 19 años, mientras que a partir de los 18, coincidiendo con la entrada en la universidad y las primeras decisiones vitales, aumentan las posibilidades de reencontrase con la oración.

“La única manera de salvarnos es la intervención divina”, afirma en inglés uno de los versos de la primera canción de Lux, en la calle el próximo 7 de noviembre. Oremus.

www.joseluiszurita.com

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