En el corazón de Jerusalén arqueólogos, cerca del Monte del Templo, arqueólogos han desenterrado un santuario religioso sellado por los antepasados de Jesús, un lugar de culto que permaneció intacto durante casi 3.000 años. Este hallazgo ha sido calificado por los expertos como una de las excavaciones más importantes de la historia reciente. El santuario, que fue tallado en la roca, se encuentra compuesto por ocho salas que incluyen un altar, una piedra sagrada en pie y prensas utilizadas para la producción de aceite de oliva y vino, elementos clave en la cultura religiosa de la época.
El descubrimiento ha sido detallado por Eli Shukron, director de excavaciones de la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA), quien publicó sus hallazgos en la revista científica ‘Atiqot’. Según los arqueólogos, el santuario data del reinado del rey Ezequías, un antepasado de Jesús mencionado en la Biblia. La estructura dejó de funcionar alrededor del siglo VIII a.C., probablemente debido a las reformas religiosas implementadas por Ezequías, quien centralizó el culto en el Templo de Jerusalén, suprimiendo los lugares de culto dispersos por todo el reino.
Shukron explicó que la Biblia describe cómo, durante el reinado de Ezequías, se destruyeron muchos de estos lugares de culto idólatras, conocidos como «lugares altos», y las «piedras sagradas» fueron destrozadas.
Sin embargo, la piedra sagrada en pie del santuario recién descubierto logró sobrevivir a estas reformas. Este detalle sugiere que el sitio estaba en uso en el momento de los cambios religiosos impuestos por el rey, lo que convierte a la estructura en un testimonio significativo de los eventos bíblicos. Además, Ezequías y su sucesor Josías, identificados como abuelos paternos de Jesús en el Evangelio de Mateo, jugaron un papel crucial en la eliminación de estos centros de culto pagano.
Los arqueólogos creen que pueden cambiar la historia con este descubrimiento
La importancia de este hallazgo radica no solo en su relevancia histórica, sino también en la luz que arroja sobre la evolución de las prácticas religiosas en Jerusalén. Según el segundo libro de los Reyes, Ezequías tomó medidas para suprimir los lugares de culto no autorizados y concentrar la adoración exclusivamente en el Templo de Jerusalén. La presencia de una piedra sagrada en pie en el santuario sugiere que, a pesar de los esfuerzos del rey, algunos elementos del culto antiguo sobrevivieron más tiempo de lo que se pensaba.
El sitio fue originalmente descubierto en 1909 por el aventurero británico Montague Parker, quien buscaba el Arca de la Alianza y otros tesoros del templo.
No obstante, fueron los arqueólogos actuales quienes han desenterrado con mayor detalle la estructura del santuario, revelando una serie de artefactos que datan del siglo VIII a.C. En uno de los espacios del santuario se encontraron los restos de un altar, identificado gracias a un canal de drenaje que aún conserva su forma. Además, los arqueólogos descubrieron en el lugar inscripciones hebreas antiguas, pesas de telar, escarabajos, sellos estampados con motivos decorativos y piedras de molienda, que corroboran la importancia ritual de este sitio.
Los arqueólogos también encontraron marcas en el suelo, en forma de una serie de grabados en V, cuya función aún se desconoce, pero se sospecha que podrían haber servido como base para un trípode ritual. Este tipo de artefactos y características de la estructura refuerzan la idea de que el santuario era un lugar de culto activo, dedicado a prácticas religiosas específicas que formaban parte del tejido cultural de la época.

El Ministro de Herencia de Israel, Amichai Eliyahu, comentó que este descubrimiento proporciona un testimonio único de la rica historia de Jerusalén, subrayando la importancia de estas excavaciones para comprender la conexión tangible con las raíces históricas de la ciudad. Los arqueólogos han resaltado que este hallazgo no solo es importante por su antigüedad, sino también por la forma en que ofrece una visión directa de las creencias y rituales que precedieron y, en muchos aspectos, influenciaron las religiones monoteístas posteriores según los arqueólogos.
El santuario descubierto en la Ciudad de David representa un vínculo entre el pasado remoto de Jerusalén y su futuro, al mostrar cómo la ciudad fue un centro religioso clave en las etapas más tempranas de la historia judeocristiana. Este hallazgo ofrece una conexión directa con los eventos narrados en la Biblia, en particular con los esfuerzos de Ezequías por centralizar el culto y erradicar las influencias religiosas que consideraba contrarias al monoteísmo.
La estructura del santuario también arroja luz sobre la vida cotidiana en Jerusalén durante el siglo VIII a.C., una época en la que las prácticas religiosas eran profundamente interdependientes con la agricultura y la producción de bienes como el aceite de oliva y el vino. Las prensas descubiertas en el sitio indican que estos productos no solo tenían un valor económico, sino que también jugaban un papel central en los rituales religiosos de la época para los arqueólogos.
El descubrimiento de este santuario no solo se suma al creciente número de hallazgos arqueológicos en Jerusalén, sino que también profundiza nuestra comprensión de la compleja interacción entre religión, política y cultura en una de las ciudades más históricamente significativas del mundo. Con cada nueva excavación, los arqueólogos siguen desvelando fragmentos de un pasado distante que sigue influyendo en la actualidad, particularmente en la forma en que entendemos las raíces de las religiones monoteístas y el papel central de Jerusalén en ellas.