En los pasillos profundos del Parque Nacional Mammoth Cave, en Kentucky, un hallazgo ha sacudido a la comunidad científica: fósiles de dos especies de tiburones que vivieron hace más de 325 millones de años, cuando la región estaba cubierta por mares tropicales. Estos restos ofrecen información inédita sobre cómo eran los ecosistemas marinos antes de que los dinosaurios caminaran sobre la Tierra.
El descubrimiento forma parte del Inventario de Recursos Paleontológicos del Servicio de Parques Nacionales de EE. UU. (NPS). Para los expertos, no se trata solo de huesos antiguos: es una oportunidad de entender cómo funcionaban los ecosistemas marinos del Carbonífero y qué papel jugaban los tiburones en la cadena alimenticia.
Las especies identificadas en el informe oficial, Troglocladodus trimblei y Glikmanius careforum, pertenecen a un grupo extinto de tiburones llamado ctenacantos. A diferencia de los tiburones actuales, presentaban espinas dorsales en forma de peine y dientes adaptados a distintos tipos de caza. Según el paleontólogo Vincent Santucci, los fósiles confirman que los ecosistemas marinos de hace millones de años eran mucho más diversos de lo que se pensaba.
Troglocladodus, de unos 3,5 metros, probablemente cazaba presas blandas en emboscadas rápidas. Glikmanius, en cambio, contaba con mandíbulas capaces de aplastar conchas y huesos, lo que lo convertía en un depredador dominante de aquellos mares. Estos datos ayudan a reconstruir cómo los ecosistemas marinos del Mississippiense se organizaban y qué especies ocupaban los niveles más altos de la cadena trófica.

Un entorno que preserva la historia de los océanos
Mammoth Cave, con más de 676 kilómetros de galerías, no solo es el sistema de cuevas más grande del planeta, también es un archivo natural. Su atmósfera estable y pobre en oxígeno ha permitido conservar fósiles con un detalle extraordinario. Esta preservación ha dado a los científicos pistas sobre estructuras óseas, espinas y otros rasgos que rara vez se encuentran en fósiles marinos tan antiguos.
El NPS destaca que el hallazgo confirma el valor de la región como punto clave para entender la evolución de los ecosistemas marinos del Carbonífero. Otros descubrimientos cercanos ya habían revelado tiburones de tamaño comparable a los actuales grandes blancos, lo que refuerza la idea de que los mares de Norteamérica eran auténticos escenarios de depredadores gigantes.
Durante el Carbonífero, el área que hoy conocemos como Kentucky formaba parte de un archipiélago tropical rodeado de mares poco profundos. Estas aguas estaban repletas de tiburones, moluscos y corales primitivos. Sin embargo, a medida que los continentes se unieron para formar Pangea, esos ecosistemas marinos fueron desapareciendo.
Hoy, solo quedan huellas en formaciones geológicas aisladas, como las de Kentucky y Alabama. Estas rocas son las últimas páginas de un capítulo olvidado sobre los ecosistemas marinos de hace cientos de millones de años.
La importancia de estos hallazgos
Los fósiles de Mammoth Cave no solo aportan datos sobre la anatomía de tiburones extintos, sino que también ayudan a comprender cómo los ecosistemas marinos han evolucionado. Cada hallazgo amplía la perspectiva sobre cómo funcionaban los mares primitivos y por qué algunas especies sobrevivieron mientras otras se extinguieron.
Los expertos subrayan que estas investigaciones ofrecen claves sobre la resiliencia y vulnerabilidad de los ecosistemas marinos frente a cambios climáticos y geológicos. Aunque separados por millones de años, estos registros fósiles permiten comparar el pasado con los desafíos que enfrentan hoy los océanos.
El hallazgo en Mammoth Cave es una prueba de que la historia de la vida no está escrita solo en los desiertos o en los huesos de dinosaurios, sino también en los ecosistemas marinos que moldearon el planeta mucho antes. Cada fósil recuperado es una ventana hacia un tiempo en que los tiburones dominaban mares que ya no existen, recordándonos que la historia de la Tierra sigue viva bajo nuestros pies.