Las sandías, una de las frutas más icónicas del verano en España, se ha consolidado como un imprescindible en la dieta estival de los españoles. De acuerdo con la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), cada persona en España consume, en promedio, unos 8 kg de sandías al año, con una ingesta que se concentra principalmente durante los meses más cálidos. Esta fruta no solo es popular por su sabor refrescante, sino también por su capacidad de hidratación y su perfil nutricional, lo que la convierte en una opción ideal para combatir el calor del verano.
En las fruterías y supermercados de todo el país, las sandías se presentan en una variedad de formas y tamaños. Desde sandías con y sin pepitas, hasta versiones de distintos colores, la oferta es amplia y diversa. No es raro encontrar sandías expuestas en mitades, listas para ser adquiridas por aquellos que buscan una solución más práctica y rápida.
Este método de venta, aunque más costoso en términos de precio por kilo comparado con la pieza entera, se ha popularizado como una forma de evitar el desperdicio alimentario, especialmente en hogares con pocos miembros o cuando se busca consumir la fruta en menor cantidad.
No obstante, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) ha lanzado advertencias sobre los riesgos de adquirir sandías ya partidas. La preocupación principal radica en que estas mitades suelen encontrarse a temperatura ambiente en muchos establecimientos, lo que puede propiciar la proliferación de bacterias y otros patógenos si no se manejan adecuadamente.
La recomendación es clara: si decides comprar sandías ya partidas, es crucial que no estén demasiado maduras, que se evite exponerlas al calor y que se refrigeren lo antes posible. Si no se puede cumplir con estas condiciones, la mejor opción es evitar comprar mitades.
Otra vitamina presente en las sandías es la provitamina A
El mercado también ofrece opciones más convenientes, como sandías ya troceadas y envasadas, listas para consumir. Este tipo de presentación puede ser útil en ciertas ocasiones, especialmente cuando se busca una solución rápida y sin complicaciones. Sin embargo, esta comodidad tiene un precio, y el coste por kilo de la sandía envasada es considerablemente más alto que el de la sandía entera.
Esta diferencia en el precio pone en evidencia el valor añadido que se le atribuye a la conveniencia, aunque es importante que los consumidores consideren si realmente vale la pena pagar más por una fruta que, en su forma natural, ya es fácil de preparar y consumir.
En cuanto a sus propiedades, la sandía es una fruta que se distingue por su altísimo contenido en agua, que alcanza casi el 92%. Este factor la convierte en un aliado perfecto para mantenerse hidratado durante los días de calor intenso. A pesar de su sabor dulce, la sandía sorprende por su bajo contenido en azúcar, que representa apenas un 5% de la parte comestible.
Este bajo nivel de azúcar, junto con su escaso contenido en fibra, la sitúa como una opción ligera y refrescante comparada con otras frutas que suelen tener un mayor aporte calórico.
Además de su contenido en agua y azúcar, las sandías son una fuente significativa de minerales y vitaminas esenciales. Entre estos, destaca el potasio, un mineral crucial para el equilibrio de los electrolitos en el cuerpo, especialmente en los días calurosos en los que se pierde más agua y minerales a través del sudor.
En el ámbito de las vitaminas, la sandía es rica en vitamina C, un potente antioxidante que ayuda a proteger las células del daño causado por los radicales libres y fortalece el sistema inmunológico.
Otra vitamina presente en las sandías es la provitamina A, representada principalmente por los carotenoides. Estos pigmentos son responsables del color característico de la pulpa de la sandía y desempeñan un papel crucial en la salud ocular, además de ser antioxidantes poderosos. Los carotenoides ayudan a proteger la vista y pueden contribuir a prevenir enfermedades oculares relacionadas con la edad, como la degeneración macular.
El consumo de sandías no solo es un placer para el paladar, sino que también tiene múltiples beneficios para la salud. Su capacidad para hidratar el cuerpo, su bajo contenido en azúcar, y su aporte de vitaminas y minerales la convierten en una fruta que debería estar presente en la dieta de todos durante el verano.
No obstante, es importante prestar atención a la forma en que se adquiere y consume. Comprar sandías enteras o en mitades expuestas a temperatura ambiente puede parecer una opción práctica, pero es fundamental seguir las recomendaciones de conservación para evitar posibles riesgos para la salud.