Casi siempre ocurre lo mismo en Canarias y así ha vuelto a suceder otro verano más en Canarias, pese a la petición de los productores locales de papas, principalmente de las variedades más consumidas, las llamadas blancas. Esta vez el protagonismo lo tiene un tubérculo traído desde Israel, que se suma a los que en otras temporadas llegan de Egipto, Chipre o del tradicional Reino Unido. Esa papa importada aparece ahora junto a la cosecha envasada de las islas en las áreas de frutas y verduras de muchos supermercados, compitiendo directamente con la papa local y bloqueando su salida al mercado.
Según denuncian agricultores, esta situación afecta al desarrollo económico del sector primario en Canarias, ya que gran parte de la producción de verano todavía sigue almacenada y disponible para su comercialización. Hablamos de millones de kilos que no encuentran salida inmediata, lo que reduce los precios que reciben los productores isleños en la primera transacción de venta.
La papa de fuera, con dominio actual de la importada desde Israel, campa a sus anchas en los hipermercados y supermercados de Canarias. Especialmente visibles en cadenas como Lidl e Hiperdino, son el centro de atención de consumidores que buscan precio sin reparar en el origen. En Tenerife, por ejemplo, Lidl vendía el pasado 17 de agosto bolsas de tres kilos a 1,89 euros por kilo. Mercadona, que en otras ocasiones ofrece también producto importado a través de Cadimisa, en estos momentos solo presenta variedades locales servidas por la Cooperativa Garañaña.
Reuniones sin resultados efectivos en Canarias
La Consejería de Agricultura del Gobierno de Canarias convocó varias reuniones con todos los agentes implicados: productores locales, importadores, distribución y administraciones públicas. El objetivo era dar prioridad a la papa cultivada en Canarias durante el verano para garantizar precios remunerativos al agricultor. El propio consejero de Agricultura, Narvay Quintero, ha reconocido en varias ocasiones que el precio de referencia debería rondar un euro por kilo. Sin embargo, la realidad en los lineales de los supermercados es otra: la papa de Israel ocupa espacio y desplaza al producto del país.
Organizaciones profesionales agrarias, cooperativas y agricultores coincidieron en solicitar que se retrasara la llegada de la papa importada a Canarias hasta que se agotara la producción de media estación, recolectada en los meses de verano. Pero la medida no se ha cumplido y ya se observa la presencia masiva de importaciones, incluso mientras sigue almacenada papa local en los almacenes de las medianías altas.
La decisión de importar, según señalan los agricultores, se tomó sin haber vendido aún toda la papa local disponible en Canarias. Ahora surgen dudas acerca de cuándo se podrá comercializar el producto isleño y a qué precio. Actualmente, el mayorista paga entre 0,60 y 0,75 euros por kilo, lo que deja márgenes muy reducidos para el agricultor.
El problema como sucede con el plátano de Canarias, se agrava si se mira el conjunto de datos. En 2023, la producción de papa local en Canarias alcanzó las 78.304 toneladas, cerca de 80 millones de kilos, con una superficie cultivada de 6.710 hectáreas. Sin embargo, en la última década, entre 2013 y 2023, la superficie cultivada se redujo un 40% y la producción un 25%. Todo esto, pese a que Canarias ha sumado 100.000 nuevos residentes y ha incrementado en cuatro millones la llegada de turistas anuales.
Los agricultores insisten en que la importación masiva no solo presiona los precios a la baja, sino que pone en riesgo el futuro del cultivo en Canarias, un producto emblemático de la gastronomía y la cultura local. Además, critican que la distribución priorice la llegada de tubérculos del exterior sin dar salida al esfuerzo de cientos de familias que mantienen viva esta tradición agrícola en el Archipiélago.
La polémica, que cada verano reaparece, vuelve a poner sobre la mesa la necesidad de un equilibrio entre importación y consumo local. Los productores de Canarias reclaman medidas más firmes de protección para evitar que el campo siga retrocediendo frente a la competencia internacional. La solución, dicen, pasa por garantizar la compra de la producción local a precios justos y solo permitir la importación cuando realmente se haya agotado la papa del país.
Por ahora, la realidad es que la papa importada está ya en los estantes de las principales cadenas, y la producción local de Canarias espera una salida que parece cada vez más complicada.