Ikea de San Sebastián de los Reyes (Madrid). 18:00 horas. Una mujer, rezagada, no sabe si comer, merendar o cenar. El restaurante, casi vacío, le ofrece las tres opciones a precios razonables. Dos porciones de pizzas, por ejemplo, le salen a 3 euros; unas albóndigas suecas, a 4’50. Duda, pero, al final, se decanta por un plato principal, una bebida y un postre. Lo normal, vaya. No le cuesta ni 10 euros y se evita cocinar al volver a casa. A priori, es una jugada maestra, lo que haríamos la mayoría, la razón por la que 30 millones de españoles se dejan ‘engatusar’ todos los años por los archifamosos menús suecos. ¡Cómo no! Son baratos, bonitos… ¿Y buenos? Eso ya es otra cosa.
EL ESPAÑOL acude a Ikea acompañado de Nelia Pelegrina, dietista-nutricionista. ¿Comemos, merendamos o cenamos? Lo hacemos todo. Compramos dos menús infantiles, dos platos principales (de los tres que nos dan a elegir), tres ensaladas-entrantes, cuatro postres y bebidas. Lo ponemos todo sobre la mesa y lo analizamos; hacemos lo que tantos y tantos españoles. No hemos venido a comprar muebles, sino a probar la gastronomía sueca. Vayamos, pues, al grano: ¿es sano comer aquí? De primeras, hay algo que parece obvio para cualquiera, sea experto en alimentación (o no): cuesta encontrar platos ‘saludables’ en el buffet. Puede que sea por las horas o una mera coincidencia… Poco importa. El caso es que nos cuesta encontrarlos.
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